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Enfermos Imaginarios



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Matteo Gaffoglio
Comunicador y experto en gastronomía

 

El pueblo italiano engloba una buena parte de personas que se consideran enfermas cuando efectivamente no lo están. Es una verdadera lacra que se lleva cada año más de 4 millardos de euros del Estado. Esta gente hipocondríaca atesta a menudo las antesalas de los médicos de base, al igual en fila en las farmacias con varias prescripciones médicas. Están siempre buscando en Internet la causa de sus pupas, y con la web (y doctor House) se hacen el diagnóstico, en fin, son una pesadilla para los médicos y los cuentos públicos, que resulta ser siempre un gasto enorme e inútil. Pero los imaginarios pretenden e insisten que las medicinas son obligatorias, y que tienen derecho a tenerlas. Según el senador Antonio Gentile. Pdl, de la comisión fiscal del Estado, afirma que la mitad de la suma es gastada por resonancias magnéticas, Tac, exámenes de Ecg inútiles, mientras la otra mitad es gastada en visitas especialísticas de clínicas asociadas.

 

En los Estados Unidos parece que no sean de menos, ya que la hipocondría aflige un americano de 20 y cuesta 150 millardos de dólares a la economía. Es reciente que los buscadores de la Universidad de Stanford han publicado el ejemplo de las alucinaciones. En un sondeo tipo de 13.057 personas, elegidas entre Reino Unido, Alemania e Italia, representativo de 150 millones de europeos, bien el 16,3 % tenía alucinaciones ocasionales. Sin embargo -escriben los buscadores- todavía hoy en día muchos tardan en hacer diagnósticos en la base de sólo este síntoma que puede ser patognomónico, es decir, indica la certeza de la enfermedad, pero puede también indicar nada, especialmente en la edad de transición.

 

Con todos los instrumentos modernos a disposición de los hipocondríacos, como el I-phone, que ofrece diagnósticos en base de los síntomas que se digitan. Una búsqueda dice que más de 16 millones de italianos buscan informaciones sanitarias en Internet, muchos de ellos, lo hacen de manera compulsiva, convenciéndose siempre más de estar muy enfermos. Y parece que la serie televisiva llena de batas y hospitales encabezada por el doctor House (el genio de los diagnósticos imposibles), no ayudan a aplacar el ansia de los enfermos imaginarios. Según un estudio de la Universidad de Rhode Island, los apasionados de este género, pueden meter en acto comportamientos de excesiva atención para la salud de ellos.

 

“El desperdicio más inquietante es para los antidepresivos y entre las patologías las más temidas son los tumores que son el 30%, las enfermedades cardiovasculares el 34%, las enfermedades neuradegenerativas mentales el 22% - así confirma el prof. Silvio Garattini, fundador y director del Istituto di Ricerche Farmacologico ‘Mario Negri’ - manías y fobias italianas cuestan un patrimonio al sistema sanitario nacional y, paradojalmente, empeoran la salud de quién se engulle de píldoras con cucharadas de jarabe medicinal (a gogó). En efecto - sigue el profesor - la certeza de tener enfermedades terribles basando el auto-diagnóstico sobre síntomas inexistentes: un dolor de cabeza se cree una hemorragia cerebral; un estornudo se piensa que es un contagio de la aviaria. El miedo genera una ansia incontrolada que se atenúa solo con un parte médico que certifique el buen estado de salud”.

 

Los hipocondríacos no se quejan de un achaque solo, sino que tienen más de uno y que se le intercambie de continuo. Y cuando entran en una farmacia a ellos les parece estar en el país de los juguetes. Las medicinas de base no son tóxicas, pero en algún caso lo pueden devenir, sin contar pues que rinden el físico menos resistente a las curas cuando efectivamente son necesarias. Alrededor de 17 millones de euros gastan los italianos al día, aparte las medicinas gratuitas brindadas por la asistencia sanitaria (Insalud), en integradores, antibióticos, blandos sedativos, ansiolíticos, antidepresivos, psicofármacos y qué más. Que a menudo estas medicinas no siendo consumidas todas, entonces las que quedan, una vez caducadas acaban por ser tiradas a la basura.

 

Pero lo que es más inquietante y sorprendente es descubrir que el mayor desperdicio está en las recetas que no conciernen a patologías reales como disturbios y neurosis, pero que han sido entregadas para aliviar a personas en momentos tristes y situaciones complicadas pero naturales de la vida; esto para decir, qué impaciente, intolerante y asustada está hoy en día la nuestra sociedad. 


  1 COMENTARIO




15/03/2016  |  15:20
Bonito artículo, muy aleccionador. ¡Enhorabuena!
100% de 1

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