En estos tiempos en los que tan de moda se ha puesto dotar de un relato a los vinos, casi siempre exclusivamente vehiculizados estos como meras técnicas de storytelling y marketing gastronómico, con el objetivo de impactar emocionalmente al cliente potencial o en su caso fidelizarlo, nos encontramos con una bodega que se encuentra inmersa en una potentísima crónica narrativa, alejada de cualquier artificio mercadotécnico y asentada en valores históricos y sociológicos de gran calado.
Tiene sus viñas y centro de producción en el municipio madrileño de Nuevo Baztán y se llama Cuarto Lte, en referencia a la parte de la herencia que en su día le correspondió al cuarto hijo en orden de descendencia del asentista y político navarro Juan de Goyeneche, asesor financiero de la familia del último rey de los Austrias, Carlos II, “El Hechizado”, y de la correspondiente a la nueva dinastía borbónica con Felipe V, al tiempo que una de las grandes luminarias y máximo representante de la Ilustración que informó al siglo XVIII o “de las Luces”, y protagonista de un extraordinario impulso de modernización e industrialización del país.
Como resumen de su impacto en lo culinario y gastronómico, merece la pena acercarse al Centro de Interpretación de Nuevo Baztán para contemplar la exposición Goyenechef. Un viaje a la ilustración a través de sus cocinas; una atractiva y pedagógica muestra, que, comisariada al alimón por quien esto escribe y por la investigadora y gestora cultural Gloria Rodríguez, graduada en Food Studies por la New York University y coordinadora desde 2019 de su Global Research Institute en Madrid, fue inaugurada el pasado 11 de octubre y permanecerá abierta hasta el 29 de diciembre de 2024.
El nuevo poblado baztaní se fundó como un casco urbano, a la vez señorial y fabril, diseñado por el retablista y arquitecto barroco madrileño José Benito de Churriguera, para albergar fábricas de paños y de vidrios finos, modernas explotaciones agrícolas, centros de aprendizaje, y una fábrica de vino de calidad, en cuyo epicentro se edificó un majestuoso palacio y una hermosísima iglesia.
A mayores mimbres para el cesto del relato, la Alquería de El Cuarto Lote se instaló en el Arrabal del Conjuro, que parece fue el lugar sobre el que se abatió la “Maldición de Valmores”, propiciada por una gran dama, que, además de principal, era extremadamente celosa y cruelísima a la hora de vengar afrentas amorosas. Unos hechos y circunstancias que obligaron a los habitantes a abandonar su aldea a mediados del siglo XIII.
En esas edificaciones, catalogadas como patrimonio histórico, la Bodega Cuarto Lote elabora, da crianza, envejece y embotella las cosechas de sus viñas aledañas, donde las variedades predominantes son blanca Malvar y la tinta Tempranillo, a las que se unen algunas variedades foráneas, como Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon.
En Cuarto Lote prima el aprovechamiento racional del agua, mediante un sistema para refrigerar geotérmicamente los depósitos, bodega y botellero, nutriéndose del agua de una capa freática que circula a escasos metros de profundidad. Así, el agua, tras recorrer los circuitos de las estancias y depósitos, vuelve al pozo. Al mismo tiempo la bodega está dotada de la tecnología necesaria para realizar las elaboraciones combinando tradición y técnicas modernas de vinificación, y experimenta exitosamente con barricas de roble español.
De todo ello salen, en cabeza y entre otros, el Blanco 2021, monovarietal de Malvar, fermentado con sus hollejos, que resulta muy fresco, floral, afrutado, equilibrado, sedoso y con una persistencia muy agradable; el Rosado 2021, multivarietal de Tempranillo, Merlot y Syrah, muy frutal, con carbónico residual de la fermentación y un ligerísimo dulzor que le da untuosidad y volumen en boca; y el Cuarto Lote 2019, coupage de Tempranillo con Merlot y criado 9 meses en barricas de roble francés nuevo. Huele a frutos rojos, especias y ligeros toques tostados procedentes de la madera, y sabe a vino recio y con cuerpo, pero a la vez amable y equilibrado, con un final largo y persistente.
Una bodega familiar y centenaria que dirige un enólogo de raza, Daniel Orusco, cordial, didáctico y ameno. Una auténtica joya en un Madrid fascinante, dieciochesco e insuficientemente conocido, que ofrece unos vinos fáciles de beber, francos, efusivos y de hidalga nobleza.
![]() | Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |