De entre las tantas decisiones estrambóticas, grotescas y estrafalarias que Donald Trump ha ido tomando en los primeros días de su mandato presidencial, no figura, que se sepa, la de poner de patitas en la calle/avenida Pennsylnavia a la cocinera jefe de la Casa Blanca, la filipina Cristeta Comerford, aunque los hábitos culinario-gastronómicos del Comandante en Jefe de los Estados Unidos de América, USA, tienen que ver entre cero y nada con el tipo de cocina que borda la Comerford.
Nacida en Filipinas, donde se formó académicamente y especializó en Tecnología Alimentaria, a los 23 años emigró a los USA, donde desarrolló su carrera profesional como cocinera en distintos locales de Chicago y Washington, hasta recalar en los dominios culinarios de la Casa Blanca en 1995, durante el mandato presidencial de Bill Clinton. Posteriormente y tras asumir la presidencia George W. Bush, la primera dama, Laura Bush, decidió prescindir del que hasta entonces había sido cocinero jefe, Walter Scheib, y convocar un concurso para asumir la jefatura de la cocina presidencial. Se presentaron 450 candidatos y la elegida fue Cristeta, quien continuó en el cargo durante los dos mandatos del presidente Obama, logrando un extraordinario feeling culinario con Michelle, verdadera apasionada de su cocina sana, sencilla, delicada y básicamente vegetariana. Nada que ver con las debilidades manducarias de Trump.
Cuentan que Donald, para el desayuno, cuando lo hace, porque normalmente se lo salta, se toma unos huevos muy fritos con abundante beicon. Si se queda a comer en su despacho, el menú lo componen sobre todo sadwiches con todo su pringue mayonesero. Cuando come fuera, cosa que hace cinco días a la semana, casi siempre se refugia en la comida rápida/chatarra/basura: hamburguesas y patatas fritas, cubos de pollo frito al estilo Kentuky y pizzas de Domino’s, aunque de estas suele comer solo la cubierta, patatas Laysy dulces como los Vienna Fingerscon sabor a vainilla, todo ello regado con abundante Ketchupy Coca-Cola Light. Hasta hace poco también era un apasionado de las galletas Oreo, pero desde que la fábrica se trasladó a México se ha quitado del vicio. En su alimentación diaria no figura ni el pescado, ni la verdura ni la fruta.
Cuentan las lenguas de doble y triple filo que una de las primeras órdenes que dio en el Despacho Oval fue la de que se contratara para el puesto de cocinero jefe de la Casa Blanca a Harland David Sanders, alias “Coronel Sanders” y “Coronel Kentuky”, pero sus asesores se vieron en el deber de informarle de que el fundador del Kentucky Fried Chicken oKFChabía abandonado este valle de lágrimas en 1980.
Así que hay anda el pobre Donald en un sinvivir, entre el ansia viva y el merme de a poco. Y Cristeta, a la expectativa.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |