"Que nadie se asuste. La intención de la cocina macrobiótica y vegetariana es la de alimentarnos más sano, que no significa comidas aburrida, ni difíciles, ni adelgazar si no se desea. Son modos de entender la alimentación que tienen una tradición muy larga, mucho mayor por cierto y más probada que los nuevos hábitos de comida rápida, y millones de seguidores por toda el mundo. Pero bueno, ya iremos contando más detalles sobre el tema. Pasemos ahora a lo práctico, al menú de este número de A Fuego Lento.
Empezaremos por una ensalada fácil de hacer, con productos de mercado, y fresca, para esta primavera. Usaremos para cuatro personas dos ramas de apio largas, o tres más pequeñas, que picaremos en finas y delgadas tiras. También una remolacha natural, y es importante que nos preocupemos poque sea de verdad así, con su piel y sus hojas, porque no tiene nada que ver con las que ya venden empaquetadas y hervidas. Es increíble los usos que puede tener este sencillo tubérculo, con la poca atención que le prestamos. Empecemos a disfrutarlo pelando la fina piel al tiempo que nuestros dedos se tiñen de su bello jugo rojo-violeta, atrevámonos a oler su aroma fresco y térreo, su sabor algo acre, afrutado y jugoso. Pero bueno, lo dejo ya porque me van a reprochar los otros ingredientes de favoritismo.
Usaremos también un puñado de pasas (50 gr), que serán de Corinto, sin hueso, aunque si a alguien no le molestan las pepitas, puede usar las de Málaga, más dulces aún. El condimento que usaremos para la ensalada será simple y puede ser la base de sabor para otras muchas ensaladas. La aprendí en un pequeño monasterio budista de la Alpujarra oriental, que sabiamente cuidaba tanto el trabajo de la cocina como los ritos espirituales. En un pequeño tarro hermético o en un vaso que luego removeremos bien, vertemos el zumo de medio limón o algo más si gusta el ácido. Este toque ácido del limón sustituirá por más sano al vinagre, y aunque os extrañe al principio si le sois muy fieles al vinagre, veréis como se vuelve más afrutado el resultado. Lo mezclamos con un par de cucharaditas de levadura de cerveza en escamas (importante que sea desamargada). Ya os contaré en otra ocasión los valores tan buenos de esta levadura. Por ahora disfrutad del toque dulce algo lechoso que le va a dar a vuestras ensaladas. Animaos a ponerla en zumos, sopas, e incluso no os resistáis a meter los dedos y a probarla así sola, en seco. Echaremos también al bote o al vaso dos cucharadas soperas de tamari o de salsa de soja, que, además de su particular sabor y con las milagrosas propiedades de la soja, nos ahorrará el uso de la sal. En otra ocasión también hablaremos de estas salsas, antiquísimas y generosas, cada vez más familiares entre los tarros de nuestras cocinas. Y, por último, esparciremos, en pequeñas cantidades, nuestras hierbas aromáticas favoritas: orégano, albahaca, tomillo... todas las que queráis, pero sin favorecer a ninguna, y sin excedernos. Un solo toque ahora, multiplicará su sabor tras media hora de reposo que le daremos para que se mezclen los sabores de este aliño con los anteriores ingredientes. Y no nos olvidemos del último ingrediente del aliño, el aceite, y aquí os insisto en que uséis la mejor calidad que podáis, bien sea de nuestro tradicional de oliva, o de otro con el que os atreváis, como el suave de sésamo. Y, por supuesto, una lechuga, y a ser posible que no sea de la variedad iceberg, de menos sabor. La trocearemos al final, antes de servir, para que no se ponga "tonta" y pierda su frescor. Es curioso que la lechuga, como muchos vegetales, varía su sabor según la cortemos. En concreto con la lechuga prefiero abandonar formalismos y cortarla con las manos, eso sí, en trozos más bien pequeñitos. Probad y veréis que con ese desorden irregular de tamaños y formas de hoja, la lechuga gana en sabor. Y por último un toque muy nutritivo y que servirá de decoración final: esparcid semillas de lino, sésamo, girasol o calabaza, y disfrutad de esa pequeña aportación dulce de estas oleaginosas y su textura
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr