El ajo es un remedio natural con muchas propiedades medicinales demostradas. Se utiliza para prevenir y curar enfermedades respiratorias, para eliminar parásitos, ayuda a quienes padecen ácido úrico, previene la hipertensión y la mala circulación, es estimulante y diurético, baja los niveles de colesterol malo, limpia las impurezas del organismo y destaca como sedante especial para los nervios. Además de contener un alto contenido en fósforo y azufre, funciona como antibiótico y antiséptico general. Es por eso que en la actualidad se da mucha más información sobre sus beneficios curativos y preventivos.
Aconsejan tomar el ajo crudo (cocido pierde más 90% de efectividad). El mal olor que se le achaca se debe al contacto de sus principios activos con las toxinas del organismo, en el intento de expulsarlas.
El origen de este producto está en Asia Central, donde los chinos y egipcios lo utilizaban desde la antigüedad para alimentar a sus esclavos, pensando que aportaba energía, para la momificación y como moneda de cambio. En Grecia y Roma se creía afrodisíaco y durante el medievo se utilizó para liberarse de brujas, vampiros y malos espíritus.
La cebolla, por otro lado, también posee importantes valores nutricionales, por lo que debe ser incluido definitivamente en nuestra dieta. Tiene una gran acción contra el reumatismo, disuelve el ácido úrico y es eficaz contra las infecciones.
La cebolla roja, por ejemplo, previene la osteoporosis. Pero existen otras muchas virtudes: la quercitina, que actúa como antioxidante, protege el sistema cardiovascular, también limita la infiltración del líquido seroso en los órganos, evitando edemas y, además de todo esto, es un diurético natural.
Además contiene fósforo, silicio, azufre, hierro, yodo, potasio, dosis moderadas de sodio y vitaminas A, B, C. todo esto facilita el trabajo intelectual y la elasticidad de las arterias, así como la fijación del calcio en los huesos.
Su procedencia está, de la misma manera que el ajo, en Asia Central. Se cree que además fue una de las primeras plantas cultivadas, lo que favoreció su expansión y llegada a otras zonas. Por ejemplo a Europa llegó de la mano de los griegos y los romanos, quienes la preparaban en forma de salsa junto a otras especias.
Por todo lo que hemos visto, es recomendable el uso de estos dos productos en la cocina, tanto para dar un sabor imprescindible a los guisos, como por todos sus beneficios para la salud. Además están al acceso de todo el mundo en cualquier supermercado.