Se trata de una comida poco saludable, con altos niveles de grasas, sal y azúcares que estimulan el apetito y la sed, lo que provoca que se consuma más alimentos y bebidas con estas características. Además estos productos contienen numerosos aditivos alimentarios, como potenciadores del sabor y el colorante alimenticio.
Todos los alimentos son malos si se consumen en exceso, pero especialmente este tipo de alimentación es perjudicial porque se consume en cantidades mayores gracias a su facilidad de acceso, porque se asocia a un nivel de vida más juvenil y porque produce efectos adversos con un consumo menor de lo que produciría el abuso de consumo de otros alimentos.
Este tipo de alimentación se relaciona con problemas como la obesidad, enfermedades del corazón, la diabetes, las caries o la celulitis. Pero además, también son perjudiciales para la salud mental y aceleran el envejecimiento. Todo esto se debe al escaso consumo de fibra, carbohidratos, vitaminas y minerales, necesarias para el rendimiento del cuerpo que estos alimentos no poseen.
La globalización y modernización, así como los distintos cambios sociales que se han producido en las últimas décadas nos sirven para comprender los cambios en la alimentación. Esta dieta se asocia directamente con la alimentación norteamericana, aunque si bien fueron ellos los que crearon este tipo de alimentación, el resto de países la han aceptado gracias a la economía de los platos y la rapidez de los servicios de los locales que la ofertan. También es muy importante la potente publicidad que se hace al respecto de esta comida.
Muchos investigadores aseguran que las comidas que contienen altos niveles de grasa y azúcares pueden causar cambios bioquímicos similares a los que producen algunas drogas, como el tabaco o la cocaína. Muchas de las personas que se han habituado al consumo de estos productos no han sido capaces de volver a seguir dietas equilibradas y padecen problemas de obesidad.