Verso en mi bio de esta columna: como se come se ama, y si no encuentras tiempo para cocinar, no lo encontrarás para amar, esto excluye el fast food y el sexo. Yo disfruto comiendo y cocinando. Se cuando mi pareja se siente pletórico, sereno, porque cocina más. Incluso prueba con recetas nuevas. En casa siempre se entendió el cocinar como una ofrenda de amor. Mi madre decía que el corazón de una casa está en la cocina; en las fiestas lo interesante siempre ocurre cerca de los fogones. En mi opinión siempre ha sido el epicentro. Hay a quienes odian cocinar, que no saben ni donde están las sartenes en su casa... Estamos hablando de algo que debes hacer mínimo tres veces al día, que va a influir en tu cuerpo, en tu salud, en tu estado, en tu energía… durante todos los días del resto de tu vida… ¿y eso lo vas a dejar siempre en manos de terceras personas? ¿No lo vas hacer nunca para nadie? Demasiado personal como para no tener un control consciente de ello. Siempre he pensado que nuestra alimentación es a nuestros órganos, lo que la gasolina y aceite a un coche, y que de su calidad, costumbre y atención, dependerá no sólo la de veces que tengas que pasar por el mecánico, para arreglar, cambiar o limpiar filtros, embrague, palanca de cambios, brida de retención… sino lo que dure en buen estado. Escribí sobre esto hace años en otra columna, sobre el uso de ciertas típicas y tópicas frases en el marketing gastronómico para productos o en restaurantes, como: “receta de la abuela” (dentro de unas generaciones ya se utilizará “receta del abuelo” but not for the moment), “comida casera”, “como en casa” y todas las que os vengan a la cabeza. ¿Por qué? Porque cocinaban con amor. ¿Qué emoción se asocia, se posiciona junto a la abuela, a casa, a lo tradicional, a la infancia…? Ba-bum! A lo mejor las croquetas de tu mamá eran un cuadro (objetivamente), pero eran de tu mamá, a la que adorabas, y por ello son las mejores croquetas del mundo. Las croquetas adquieren el sentimiento que cobija la persona. ¿Recuerdan la película “Como agua para chocolate” pues por ahí seguiría la historia.
Y hablando de epicentro, os recomiendo encarecidamente que reserven mesa en el Teatro Valle Inclán (CDN, Madrid) para relamerse con la virtuosa obra de teatro “La Cocina”. Con un texto de Arnold Wesker, y meticulosamente dirigido por Sergio Peris Mencheta, nos conceden el privilegio de acercar una lupa de 360º de alcance a un día cualquiera, en una cocina de un gran restaurante en Londres; concretamente al pegajoso 8 de agosto de 1953, al restaurante “Morango’s”. En plena posguerra, 26 empleados de 17 nacionalidades diferentes, con sus acentos, roces, bailes, miedos, celos, sueños, odios, culturas, represiones y traumas, y sobre todo, aliados y enemigos, perdedores y victoriosos de una segunda guerra mundial que acaba de terminar, se ven obligados a convivir, a entenderse en una cocina, en la bestia, que se convierte en un personaje más en toda esta historia que gira entorno a sus fogones y al deber de sacar el servicio de más de mil comensales diarios. Una metáfora. Un puto caos. Y qué es la vida sino un puto caos. Durante la obra, la ubicación de todos ellos es un tema recurrente, ¡Ubicación! Grita el maître. Fundamental. Cada uno debe estar en su sitio, concentrado en lo suyo, comprometido y desde ahí, relacionarse. Otra micro metáfora. Como la posibilidad que brinda esta fantástica obra de elegir a qué historia prestar atención cuando se entremezclan simultáneamente en una frenética y apabullante coreografía. El espectador elige donde posar su mirada, extraño en el teatro habitual en la vida.
“El mundo pudo haber sido un escenario para Shakespeare; para mi es una cocina: donde los hombres van y vienen y no pueden quedarse el tiempo suficiente para comprenderse, y donde las amistades, amores y enemistades se olvidan tan pronto como se realizan.” – Arnold Wesker, autor de la obra-.
En resumen, amen(se), ouch disculpen, cocinen(se).
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |