El jamón ibérico es uno de los productos más representativos de la gastronomía española. Su sabor intenso y su riqueza nutricional, así como todo el proceso que implica su elaboración, explican el alto precio que se paga por él en el mercado.
A menudo los embutidos ibéricos, incluyendo aquí el jamón aunque realmente no forme parte de este grupo, se toman de manera individual, sin más preparación que únicamente cortados y presentados en un plato con un poco de pan y queso. Sin embargo, sus posibilidades en la cocina son numerosas y hoy vemos una de ellas, alcachofas con jamón.
Las alcachofas se pueden preparar de muchas formas posibles, sacian mucho el apetito y están de temporada buena parte del año, tanto en otoño como en primavera, hasta principios del verano. Prepararlas con jamón supone añadir ese gusto salado tan característico del ibérico que sirve como elemento de atractivo frente al paladar de los niños.
Para prepararlas únicamente vamos a necesitar 10 ó 12 alcachofas frescas, 10 gramos de Jamón Legado Ibérico en tacos, una cebolla, dos dientes de ajo, un poco de zumo de limón, aceite de oliva, sal y pimienta molida.
El primer paso es limpiar las alcachofas. Las hojas exteriores hay que retirarlas, pues están duras y no son apropiadas para esta receta. Una vez se llegue a las interiores, que ya sí están más blandas y amarillas, dejamos de retirar hojas. El rabo lo podemos pelar con un pelador de patatas.
Una vez finalizada esta tarea, ponemos las alcachofas en un bol con agua y un poco de zumo de limón para que no se oxiden. En una olla con mucha agua y a fuego fuerte, se echan las alcachofas partidas por la mitad cuando empiece a hervir. A continuación, se baja un poco el fuego sin quitar el hervor y se dejan cocinar las alcachofas por 15 minutos.
Paralelamente a este proceso, se pela la cebolla en dados muy finos y los dos dientes de ajo para sofreírlos en una sartén con un poco de aceite a fuego medio. Cuidado a la hora de añadir la sal, pues ya el jamón le va a dar ese gusto. La pimienta sí se puede incorporar al gusto. Cuando el sofrito haya cogido color, se incorpora el jamón y se deja cocinar de dos a cinco minutos más, pero no a fuego alto.
En ese tiempo las alcachofas ya deben estar tiernas, luego es el momento es escurrirlas y añadirlas a la sartén con el sofrito. Incorporamos también un poco de aceite para saltear a fuego fuerte las verduras hasta que se doren un poco y ya estarán listas.
Las alcachofas están perfectas calientes, tibias y frías, como primer plato en la comida, para el almuerzo, de aperitivo con el vermú si solo se sirve una o incluso en una cena ligera. Se pueden servir en un bol al centro de la mesa para que cada comensal se sirva su ración o bien en platos individuales.
Esta misma fórmula de preparación se puede seguir con guisantes o con champiñones, y en este último caso no hará falta ni el proceso de hervido, únicamente cocinar los champiñones a la sartén.
Otro punto interesante es que admite tantas variedades como imaginemos. Si añadimos especias y hierbas aromáticas vamos a darle un gusto muy diferente. Con pimentón o comino, con romero o incluso con curry, para darle un toque más exótico. Y si buscamos picante, una ñora, un par de guindillas o pimentón picante.
Otra opción es servir las alcachofas en salsa en lugar de salteadas. Para ello hervimos un par de alcachofas más y las trituramos en la batidora junto con un poco de agua, aceite de olivda, pimienta, sal y un diente de ajo.
Un último consejo guarda relación con las propias alcachofas antes de cocinarlas. Hay que usar las que tienen las hojas más pegadas al cuerpo, las que tienen un color más natural, más intenso, que no se ha ennegrecido y que además están bastante duras en su exterior, pues eso es garantía de que las hojas interiores sí están tiernas.
Pedro Manuel Collado CruzLa cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente 1 receta publicada |