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Valeria

 


Era la quinta de los veintidós hijos del matrimonio Carballo-Turón. Amador, el padre, fue un empleadillo de Renfe que se pasó la vida barriendo andenes y sacándole brillo a la locomotora del ?Shangai?, aquel mítico tren que cubría diariamente la línea Vigo-Barcelona y del que no se sabía nunca la hora de llegada. La madre, Regina, como pueden comprender estuvo toda la vida pariendo e intentando llenar el estómago de sus vástagos con las bocas sempiternamente abiertas.
A Valeria la pusieron, de muy niña, a servir en casa de la familia de un importante conservero como chica para todo. Fue allí, y gracias a una vieja cocinera, donde la muchacha se aficionó a los fogones y sobre todo a las salsas. La mucama tenía su arte adquirido en la cocina de don Manuel María Puga y Parga, alias ?Picadillo?, político y escritor de peso en la literatura culinaria, autor de ?Las cincuenta y seis maneras de tratar el bacalao?, entre otros libros de tema cocineril. ¡Hasta en lo físico era ?Picadillo? un hombre de peso, a ver quién le tosía con sus más de doscientos kilos!. Valeria adquirió de la sirvienta la facilidad de dar el punto justo a las combinaciones, tanto a las frías como a las calientes.
Para la elaboración de una buena salsa, Valeria siempre partía de fondos, ya fueran blancos u oscuros, caldos de carne o de pescado, glaseados de carne o jugos ligados. Claro que en casa del conservero podía disponer de todo. Gracias a eso y a la leche que le daban en Cáritas, pudo comer más de una vez su numerosa familia. Ya de mayor, la salsera se dedicó a recopilar todas sus elaboraciones, ya fueran clásicas o de su invención. Los numerosos invitados que pasaban por la mesa del conservero, se quedaban boquiabiertos ante la finura y los sabores de las variadas combinaciones en que se bañaban los más refinados pescados y las más jugosas carnes. Hubo un multimillonario importador belga que le ofreció el oro y el moro por el mentado libro. Lo consiguió, pero casándose con la chica, que a pesar de su escasez en carnes, estaba de buen ver. Duró poco el rico belga y ahí me tienen a Valeria joven viuda, con un fortunón y con su salsero libro.
En su palacete de Bruselas, elegante y enjoyada , me recibió con modales que no denotaban su humilde origen. Inolvidable el rodaballo con salsa Bercy a base de chalotes, vino blanco y caldo de pescado y perfecta la oca con su Ruanesa, salsa derivada de la Bordelesa, con puré de hígado de pato y un ligero toque de limón. Buenos vinos, anotaciones de su recetario y larga charla nos condujeron hasta altas horas de la madrugada. Bendita mano la de Valeria.
 

 


AUTOR DESTACADO

Pedro

La cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente

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