No es exagerado afirmar que la tapa constituye una de las señas de identidad cultural más representativas de nuestra forma de vivir y entender la comida. Lejos de ser simplemente un formato culinario, la tapa es una tradición, una costumbre, y en muchos lugares, casi una religión.
Y si hay un lugar donde esta tradición se ha elevado a la categoría de arte, ese es, sin duda, Linares, en la provincia de Jaén. Esta ciudad andaluza no solo ha sabido preservar con orgullo la cultura del tapeo, sino que la ha convertido en una de sus principales señas de identidad. Muchos coinciden —y con razón— en que Linares es el lugar donde mejor se tapea en España, donde cada tapa es una muestra de la excelencia culinaria, el buen gusto y la hospitalidad andaluza.
La tapa: una forma de vida
En Andalucía, y muy especialmente en Linares, la tapa no es una simple porción para acompañar una bebida. Es una expresión cultural, una forma de socializar, de compartir y de rendir homenaje a la cocina tradicional. Es cocina en miniatura, sí, pero también es una muestra condensada de la historia, el carácter y la creatividad del pueblo andaluz.
Lo que hace única a la tapa linarense es, precisamente, su calidad, variedad y generosidad. En esta ciudad, no se sirve cualquier cosa; cada tapa es una pequeña obra de arte, pensada y elaborada con mimo por cocineros y cocineras que entienden que están perpetuando una tradición. Y todo ello, acompañado de un servicio de hostelería de primer nivel, donde tanto en barra como en mesa se respira profesionalidad, amabilidad y un profundo conocimiento del oficio.
Un referente gastronómico nacional
Linares cuenta con un impresionante tejido de bares, restaurantes y cafeterías que no solo mantienen el listón alto, sino que se esfuerzan día a día por innovar sin perder las raíces. Establecimientos donde el cliente no es un número más, sino un invitado de honor. Donde el trato cercano, el servicio rápido y la calidad del producto son innegociables.
Y nada de esto sería posible sin el gran canal humano que lo hace realidad: los camareros, cocineros, jefes de sala y propietarios, hombres y mujeres que trabajan con pasión, vocación y compromiso. A ellos se debe, en buena parte, el liderazgo gastronómico que Linares ostenta en materia de tapas.
Un proyecto con sabor a futuro
Conscientes del enorme valor cultural y económico de esta tradición, el Ayuntamiento de Linares, junto a la Asociación de Hostelería de Jaén —presidida por la comprometida Mary Márquez—, la Cámara de Comercio y otras entidades públicas y privadas, han impulsado una idea ambiciosa y con gran proyección: la celebración del Congreso Mundial de la Tapa en Linares.
Esta iniciativa no solo pretende situar a la ciudad como referente internacional del tapeo, sino también otorgar a la tapa el reconocimiento que merece como elemento fundamental del patrimonio gastronómico español. Porque hasta ahora, aunque valorada por millones, no se le ha dado el estatus cultural y simbólico que verdaderamente representa.
Este congreso será una oportunidad única para demostrar al mundo lo que en Andalucía ya sabemos desde hace décadas: la tapa es cultura, es historia, es identidad. Y en Linares, más que en ningún otro lugar, es una forma de vivir.
La tapa, símbolo de una España que se saborea
La tapa es, sin duda, una de las más nobles embajadoras de España en el mundo. Desde Sevilla a San Sebastián, desde Madrid a Granada, las tapas cuentan historias, despiertan recuerdos, reúnen a la gente y ofrecen una experiencia sensorial que va mucho más allá del paladar. Pero es en Linares donde todo esto cobra una dimensión única.
Por eso, hoy más que nunca, debemos reconocer, valorar y apoyar a quienes mantienen viva esta tradición. A quienes, desde sus fogones, sus barras y sus salas hacen de cada tapa una muestra de cariño, esfuerzo y talento.
Porque la tapa no es solo gastronomía. Es parte de lo que somos.