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Vuelvo a este espacio envuelto en los aromas de la película francesa de 2023 La passion de Dodin Bouffant, que en las salas españolas se presentó como A fuego lento, una bellísima cinta del director vietnamita-francés Tran Anh Hung, basada en la novela El epicúreo apasionado, que el periodista, poeta y ensayista suizo Marcel Rouff publicó en 1924, y en la que el protagonista está inspirado en Anthelme Brillat-Savarin, mítico gastrónomo francés y autor de La fisiología del gusto.
pauline y dodin
Dodin Bouffant es un extraordinario gourmet que cocina en un lujoso ambiente rural, contando con la imprescindible ayuda de Eugénie, su cocinera, confidente, inspiradora y amante durante veinte años, a la que asisten una joven ayudante, Violette, y su sobrina Pauline, una niña con una sorprendente capacidad para identificar ingredientes y punto de cocción de los platos.
pauline, eugénie y violette
La concepción de la alta cocina y la gastronomía que informan el paladar de Bouffant se sitúa a caballo entre los preceptos del cocinero y gastrónomo Marie-Antoine Carême, pionero de la haute cuisine, al que sus contemporáneos apodaron como el “Napoleón de las Artes Culinarias”, y el renovador cocinero y escritor culinario Auguste Escoffier, que actualizó la coquinaria tradicional francesa, sentando a su vez las bases de la cocina moderna mundial.
La película empieza en el huerto con Eugénie, mientras esta recoge verduras, hortalizas y legumbres que va llevando a la cocina para desplegarlas en un paisaje de hermoso barroquismo, formado por fuegos, hornos, ollas, sartenes y marmitas. Y ahí comienza un frenético ritual de cocina, casi sin diálogos ni más música ambiental que el gorjeo externo de los pájaros y el zumbido de las cigarras, montado en un plano secuencia que dura más de media hora y que aún así se hace corto.
Y después, el lujurioso banquete del que disfrutan cuatro amigos de Dodin, que, más que invitados, parecen sesudos, sibaritas y hedonistas académicos, seguido de escenas de diálogo intimista en los que Dodin llega a recurrir a San Agustín para resumir a Eugénie su idea de dicha y ventura: “La felicidad es seguir deseando lo que ya se tiene”.
La película, que el director cinematográfico y sapientísimo cinéfilo José Luis de Damas define como: “Una obra maestra absoluta, sin exageración alguna”, es un canto a la cocina como espacio de encuentro para la colaboración (en la antípoda de engendros televisivos como Master Chef), la amistad, la creatividad y el amor, con inolvidables escenas de banquetes y colaciones íntimas, entre las que quien esto escribe se queda, por encima de todas, con aquella que muestra el atávico festín del que disfrutan Dodin y sus amigos, en torno a una fuente de escribanos hortelanos, pajarillos enamoradizos a los que es posible capturar con las manos en el momento del cortejo a la hembra, y que por esta y otras razones se encuentra en gravísimo peligro de extinción. Así, los comensales dan cuenta del manjar cubriéndose la cabeza con una gran servilleta, que oculta su desasosiego y vergüenza ante tal fechoría gastronómica.
pierre gagnaire
A subrayar que el asesor culinario y supervisor general de los menús que van apareciendo en el film es el renombrado chef Pierre Gagnaire, propietario del restaurante parisino tres estrellas Michelin del mismo nombre, y que aparece en un simpatiquísimo cameo como ayudante del cocinero de un príncipe que lee emocionado el menú con el que el dignatario va a obsequiar a Dodin y a sus amigos, y que se compone de célerí, rodaballo, carré de ternera, entremeses, entrada, aperitivos y un plato principal de Pollo a la nata.
La passion de Dodin Bouffant o A fuego lento remite y recuerda a otras grandes películas como El festín de Babette, Vatel, Celebración, Hierve, Una receta familiar o incluso a la escatológica La grande bouffe, pero acaba alzándose entre todas ellas por su sorprendente y dignísima sublimidad.
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