Con este capítulo cierro el serial de reportajes que escribí en 1988 en el suplemento que Diario 16 realizó durante la época veraniega durante varios años. Después continué mi labor habitual en el periódico.
Comenzaba de la siguiente forma: CANTABRIA, de unos años a esta parte, goza del favor de un público cada vez más numeroso que ha hecho de ella su punto de interés turístico. Varias son las posibles razones: por un lado su indudable interés paisajístico y artístico, como es todo el interior, con unos valles majestuosos y rutas turísticas de gran belleza. Por otro lado, el litoral, con una serie de localidades con playas muy atractivas. Todo ello aderezado con una buena gastronomía y gran cantidad de actividades de todo tipo.
Continuaba centrándome en la capital: Santander reúne una serie de particularidades realmente notables; arquitectónicamente bonita, limpia, segura y con gentes acogedoras. En pocos días los jardines de Piquío contarán con ochenta nuevos puntos de luz.
Y me centraba en cuatro puntos esenciales: La Universidad Internacional Menéndez Pelayo, la actividad taurina, el mundo del espectáculo y los atractivos gastronómicos.
En cuanto al primero escribía: Culturalmente la ciudad tiene siempre oferta que en ésta época del año se ve ampliada de una forma impresionante con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, cuyo rector sigue siendo Santiago Roldán
Hacía referencia a alguno de los cursos, especialmente en los referentes a temas económicos. Y hacía mención a algunos de los asistentes a los mismos. Creo que con el simple enumerado que reflejé nos muestra la importancia de los mismos: Enrique Barón, Julio Llamazares, Luis Valls Taberner, Pedro de Toledo, Enrique Fuentes Quintana, Rafael Termes. Miguel Boyer, Pedro Crespo de Lara, Álvaro Gil Robles, Clemente Auger, Juan Velarde, Mario Conde, Marcelino Camacho, Mariano Rubio o Luis Ángel de la Viuda
Dos de los cursos de ese verano fueron dirigidos por Cristina Alberdi y Grande Covián.
Hacía referencia a una visita que causó mucho interés: Momento importante fue la visita de Jordi Pujol, que en unión de Juan Hormaechea, el polémico y carismático presidente de la Diputación, visitaron diversos lugares y tuvieron distintos almuerzos de gastronomía cántabra, como fue el caso de El Molino de Puente Arce. En estas reuniones se unieron, entre otros, Emilio Botín, Eduardo García de Enterría y Pedro Arce
Precisamente en ese restaurante compartí una magnífica velada con Ortega Cano, con el que me unía muy buena relación. Me desmintió que tuviese romance alguno, como se había publicado, con Rosa Valenty. Se encontró “ a gustito”, como diría Rocío Jurado. En un momento dado me pidió una guitarra. No sé de dónde la obtuvo Antonio Merino, el hijo de Víctor. Cantó bajito, para no molestar. De esas noches que te quedan en el recuerdo.
La actriz se encontraba en Santander con la compañía de Pedro Osinaga, que representaban la obra Ahora si puedo cariño. Pepe Rubio con la obra ¿Dónde están mis pantalones? fue otro de los numerosos artistas que estuvieron presentes en la veraniega Santander: Norma Duval, Arturo Fernández. Lola Muñoz, Paula Sebastián, Manolo de Vega, Beatriz Carvajal, Joaquín Sabina, Hombres G, Miguel Bosé, los Hermanos Calatrava o Paco España que llenaba cada noche la sala Liver, en su duodécima temporada
En el restaurante El Riojano, conocido como el Museo Redondo de Cantabría, por reunir obras pintadas sobre toneles de pintores tan reconocidos como Viola, Quirós, Clavé o Genovés, se constituyó el trofeo taurino Víctor Merino en homenaje al desaparecido hombre de la gastronomía, que recuperó el restaurante.
El coso taurino de Cuatro Caminos, tan cuidado como siempre, y que ese año recuperó por la banda de la plaza, ante mi insistencia, atendida por el concejal de cultura Pedro Arce, “Paquito el chocolatero” premió como triunfadores a Manuel Vidrié, Emilio Oliva, Fernando Lozano, Ortega Cano y Joselito. Éste último, terminada la feria, se quedó unos días a descansar y disfrutar de los números alicientes de la capital cántabra.
Añadía unas pinceladas “del corazón”: Julio Robles, que no ha estado muy afortunado, lo ha compensado al volver con su mujer, Liliana, a quien parece que hace tiempo que no veía. Victorino Martín parece que tiene nuevos aires sentimentales
El 30 de agosto se inauguraron los Campos de Sport del Sardinero
NO OS PERDÁIS EL SIGUIENTE RELATO. LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL MENÉNDEZ PELAYO Y EL AYUNTAMIENTO DE SANTANDER HOMENEJEAN A VICTOR MERINO. 1988