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En los últimos 11 años, José Luis Armengol ha hecho de la casa St James todo un negocio. Sus arroces son reconocidos en el mundo y eso le ha permitido ampliar sus expectativas y mantener en Madrid 5 locales. Empleo en tiempos de crisis y posibilidad de comer de primera por un precio medio que no supera los 50 euros. En definitiva: éxito inteligente.
Porque St James es mucho más que un restaurante. Es una marca que se ha impulsado a sí misma manejando los productos de su cocina en todo su proceso, desde su "creación" hasta su llegada a la mesa. En los restaurantes de la casa, se ofrecen casi 4o tipos de arroces, que respiran sobre la base de la cocina alicantina. Su propietario reconoce el arroz a banda como el más solicitado de su carta pero se enorgullece de todos y cada uno de sus platos, que incluyen arroces para celíacos o bajos en colesterol.
Su propietario, que considera que "el arroz es un producto nacional como los toros", atribuye su éxito a la calidad de los productos (el arroz es de cultivo propio); a la ausencia de aditivos, colorantes o espesantes; al truqito personal que no desvela y a la mano de obra especializada en la materia que trabaja.
Conseguir en estos tiempos crecer con un negocio, dar trabajo a casi 80 personas y mantener la calidad como sello es, cuando menos, para felicitar a quien ha entendido cuales son los mimbres de la cocina bien hecha.
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