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Como es innegable que en la cocina hay mucho de dramatización y todo de arte, el Festival de Clásicos de Alcalá ha vuelto a contar este año con la ayuda de dos especialistas en la materia para poner en pie las “clasitapas”. Otra forma de entender el teatro, a través de uno de los sentidos que menos vínculos mantiene con el arte de Talía: el gusto.
A partir de lo que le provoca cada uno de los personajes o textos a los que se enfrenta, casi todos vinculados a las representaciones de este año, el cocinero Daniel Contariu exhibe y pone a prueba 10 sugerencias gastronómicas que van desde las narices de Cyrano hasta los anteojos de Quevedo, pasando por los villanos de Shakespeare o los caprichos de Fuenteovejuna. Todo bien explicadito para que se conozca al detalle su proceso de creación.
Sabores clásicos se funden con nuevas propuestas sobre un trabajo de investigación nada desdeñable. De esta forma Alcalá vive su certamen teatral con todas sus consecuencias. El lugar para disfrutarlo es el Ambigú del teatro Cervantes. Las ofertas más sugerentes, a mi entender, serían “El Buscón” (huevo de aldea esclafado con crema de patata melosa, cebolla confitada y esencia de trufa), “Los villanos de Shakespeare” (morcilla marinera de chipironcitos y gambas) o “Celestinas, Calistos y Melibeas” (Rollos de atún rojo con crema de aguacate, crujiente de pan y crema de mango-miel).
Estupendas son las experiencias como ésta que inciden en la importancia cultural de la gastronomía y acercan el siglo de Oro a muchos que aún miran a nuestros clásicos con cierta sospecha.
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