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Mi amigo Tomás Maroto que es el Chef profesor de cocina del centro penitenciario, me propuso ir a dar una clase a los internos de manera altruista y no dudé ni un segundo. Los alumnos son internos con largas condenas la mayoría, que aprovechan el tiempo sacándose el título de cocinero y aprendiendo los valores que da la cocina como: disciplina, puntualidad, limpieza, organización, compañerismo, auto control, y sobre todo, tener un oficio con el que poder buscar una nueva oportunidad cuando salgan del centro.
Ha sido una experiencia increíble y muy emotiva en el que en algunos momentos me emocionaba, al ver el interés que ponían los alumnos, lo volcados que estaban conmigo y cómo ponían al límite todos sus sentidos haciendo un gran esfuerzo. Sin duda la clase de cocina más interesante que he impartido, que más me han transmitido los alumnos, que más interés han puesto, y en la que más he aprendido.
Para ellos ha sido un día muy diferente y especial al que están acostumbrados, como es que venga una persona de fuera del centro a pasar un día con ellos y hacerles sentir alumnos de una clase sin pensar que nos rodean barrotes.
Fue una clase bastante intensa donde pasamos casi 8 horas juntos entre clases teóricas, clases prácticas y demostración de platos. Es una experiencia que pronto quiero repetir, en la que he disfrutado mucho al compartir la clase con ellos e intentar poner mi granito de arena en que tengan un futuro mejor y no repitan los errores del pasado.
Quiero agradecer al centro penitenciario de Albocasser la experiencia que me han brindado. Y especial mención a los internos que estudian cocina en el centro, a los que deseo la mayor suerte del mundo en el futuro.
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