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La pecosa Cristina



Tenía la cara y el cuerpo lleno de pecas. Pero no crean que eso le afeaba, todo lo contrario; todas esas manchitas la hacían más deseable e incluso le daban un cierto aire pícaro. Cristina nació en Zamora, pero hasta su ingreso en la Universidad había residido en varias ciudades de provincias ya que su padre, un mediocre periodista papanatas y dispuesto a creerse cualquier paparruchada, se pasó media vida en las redacciones de diversos periódicos del Movimiento. Su madre, una valenciana de la Malvarrosa que con un par de cosas hacía unos estupendos arroces, se había ido demacrando de tanto y tanto traslado al que la sometió el plumífero de su marido.
Cristina, además de licenciarse en leyes y trabajar en los despachos de los abogados más importantes de Europa, consiguió doctorarse en vinos en Burdeos y Montpellier. Sobre todo en tintos. Su pasión eran los de ?Ribera del Duero?. Conocía a todos los bodegueros de la Denominación de Origen y poseía una magnífica bodega en su chalé de la sierra madrileña. Tuve que entrevistarme con ella en París por un litigio entre afamadas marcas de vino, una de las cuales gozaba del apoyo y defensa de la prestigiosa abogada. Ganado el pleito, nos dirigimos a su casa en donde me mostró con orgullo su colección de vinos castellanos. Con mimo, como si de menudas criaturas se tratara, la letrada me iba mostrando las botellas; ante mis ojos fueron pasando nombres que ya van formando parte de la historia y de la leyenda del vino: Vega Sicilia, Pesquera, Protos, Viña Pedrosa, Torremilanos, Valduero.....
La cena nos la elaboró una menuda cocinera filipina con la que la licenciada se comunicaba en tagalo. A una ensalada Cesar, que aprendió la oriental de un amante mallorquín cocinero en el Waldorf Astoria de Nueva York, le pusimos el toque suave de un Taittinger brut rosado del 86; un sabroso pato lacado con salsa de frutas rojas lo acompañamos con una de sus últimas adquisiciones y del que la muchacha estaba orgullosa: un Viña Mayor Gran Reserva del 89, condecorado en numerosas catas y puntuado al máximo por los mejores expertos del mundo. Acabamos con unos bracitos de gitano rellenos de espuma de coco a los que les hicimos los honores con un fantástico ron martiniqués.
Ocupada anda Cristina enviando facsímiles para adquirir la última añada de los vinos de ?Ribera del Duero? que según parece es excelente, pero que no probaremos hasta dentro de tres años. No sé si podré esperar tanto.


AUTOR DESTACADO

Pedro

La cocina para mi es producto bien tratado sin enmascarar sus sabores, cocina de verdad de antaño con un toque diferente

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