Amigo Santi, te has ido sin avisar. Te has marchado para siempre. Se ha apagado tu humilde corazón en tu cocina, tu lugar favorito. Compartimos muchas cosas en común: te gustaba todo lo natural, gozabas con los productos artesanos y tu mayor ilusión era estar rodeado de comida para poder satisfacer a los clientes.
Estabas en una etapa de tu vida que vivías con gran ilusión: tu proyecto de Singapur, donde querías dárnoslo a conocer y compartir con todos nosotros tus ideas, tus creaciones...
Eras una persona que tenías las ideas muy claras y las defendías. Eras un tío <> en el que siempre defendías tus pensamientos. Una persona que aunque no compartieras tus ideologías culinarias con otros compañeros de profesión, compartías siempre tu buena amistad fuera de la cocina.
Amigo Santi, te hecho mucho de menos, pero siempre estarás presente en mí. Gracias por enseñarme tantas cosas y por compartir conmigo esos pequeños ratitos que coincidimos; en los que te gustaba hablar de tu gente, de tu tierra, la cual admirabas con gran pasión.
Santi, gran compañero y amigo de esta casa, gracias por compartir con nosotros todos tus proyectos e ideas los cuales hemos vivido con gran ilusión. Siempre estarás ahí. Tu nombre siempre estará presente en la cocina.
Un caluroso abrazo para toda tu familia.