Zoé y el paladar de los políticos

Afirmaba saber los platos que más les gustaban a los políticos españoles del siglo XX y algunos de los que apreciaban los mandatarios extranjeros. Poseía un extensísimo fichero que su abuelo heredó de su padre, ambos bedeles en el Parlamento y que su madre puso al día gracias a su trabajo de taquígrafa en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Tanto sus dos predecesores como su madre tuvieron el cuidado de anotar, ya fuera de testimonio directo de los padres de la patria como de comentarios de sus colegas, lo que habían comido aquel día o la más mínima de sus apetencias. Indalecio Prieto, don Indalecio, no se cortaba ni un pelo al afirmar en voz alta, cercano ya el mediodía, que iba a comerse un bacalao a la vizcaína dado que a esas horas un hombre debería haber almorzado; Lerroux, el político radical, más conocido como ?El emperador del Paralelo?, se metía en cualquier fonda, casa de comidas o restaurante en el que se anunciara cocido.


Zoé estudió Historia Contemporánea Española y profundizó en lo que los franceses denominan ?la pequeña historia?; o sea, en averiguar la vida cotidiana, en este caso de los españoles. Uno de sus estudios más importantes y que luego se publicaría con éxito fue ?Paladar y Política. O cómo triunfar en el arte de Gobierno a través de la Gastronomía?. Supe gracias a la chica que De Gaulle estuvo a punto de enviar a la Legión Extranjera a terminar con la crisis argelina a causa de un alcuzcuz mal hecho y que Edouard Herriot, político francés, antes de ser reelegido presidente de la Asamblea Nacional en 1951, acababa de comerse un par de perdices a la manera de Alcántara, plato que le agradaba sobremanera.


Zoé dio una conferencia en la Biblioteca Nacional sobre ?El plato único, cáncer de las cocinas de España? en la que se despachó a gusto contra las aficiones culinarias de algunos políticos de la época franquista. No comprendía la historiadora cómo Manuel Fraga, gallego y por lo tanto hombre de conocido buen saque, había podido ser uno de los impulsores de aquella barbaridad culinaria. Está dispuesta a preguntárselo aunque le cueste un ojo de la cara tener que invitarle a comer, a pesar de que el hombre no está ya para muchos excesos gastronómicos. Zoé me ha emplazado a una cena que hacen en una peña gastronómica de mujeres y en la que el menú estará compuesto de angulas y lamprea a la bordelesa, platos muy del gusto de José Manuel Barros, alcalde de Porriño; bacalao al Club Ranero, guiso predilecto de Josu Ortuondo, alcalde de Bilbao, y crema catalana que al parecer le sale muy buena a Marta Ferrusola, esposa de Jordi Pujol.