Este grupo de investigadores ha conseguido desarrollar una nueva variedad de tomates sin semillas y que además contienen un alto contenido en licopeno, el pigmento que le aporta ese característico color rojo.
También tienen un alto contenido de carotenoides. Estos pigmentos tienen propiedades antioxidantes y son importantes por su función biológica como es la pro-vitamina A, la cual es beneficiosa para el crecimiento óseo o la protección de las mucosas.
Esta "mutación" del tomate, se presenta como un alimento más saludable que obtiene mejores propiedades nutricionales a pesar de que su no tan atractivo aspecto hable de él todo lo contrario.
El trabajo realizado para conseguir este producto final, se ha centrado en modificar el paso de la flor al fruto. Normalmente no se produce fruto sin fertilización, pero los expertos explican que en determinadas condiciones "es posible que el ovario de una flor se transforme directamente en fruto sin necesidad de fecundación".
Se han utilizado técnicas de ingeniería genética para llevar a cabo este proceso. Su finalidad es la de bloquear el desarrollo temprano de los estambres evitando que los ovarios de las plantas sean fecundados, desarrollándose así los frutos sin semillas.
Un tomate sin semillas. Suena antinatural pero esta vez a diferencia de otras ocasiones en las que se han utilizado técnicas que deformaban el producto o rebajaban su calidad, este grupo de investigadores ha mejorado la calidad del producto mediante la eliminación genética de los tejidos masculinos en las flores.