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Disfrutar de los platos de cada lugar es parte del placer del Camino de Santiago

Por: Conchi de Miguel


 

Este verano, en pleno Año Jacobeo, miles de personas se han puesto rumbo a Santiago de Compostela. Promesas, espiritualidad, deporte, turismo... Son muchos y variados los motivos que invitan a emprender alguno de los muchos caminos que conducen hasta la Plaza O Bradoiro. En la redacción de afuegolento.com hemos tenido el gusto de conocer a Carlos Orts, amante de la bicicleta que le acompaña allá donde va, con la que ha hecho varias veces el Camino, y siguiendo diferentes rutas. Dos de éstas las ha detallado paso a paso en el libro que hoy presentamos: El Camino del Norte y Primitivo en Bicicleta de montaña



A continuación, en entrevista, nos cuenta sus experiencias y, entre otros asuntos, algunas anécdotas gastronómicas del Camino







- En tu guía de el Camino del Norte y Primitivo encontramos una descripción exhaustiva de las rutas: principio y fin del carril bici, cruces peligrosos, fechas de festejos,...

- Las guías de bicicletas siempre llevan un rutómetro muy detallado cada 3 o 4 kilómetros, 10 como máximo... Es el sentido del libro y la línea editorial que tiene este tipo de guía. Lo que pasa es que éste recoge un poco más la filosofía del peregrino, la etapa, que hacer al final..., esa parte extra de entretenimiento.

- ¿Cómo surgió la idea de hacer este trabajo?

- La historia empezó por el año 1993, junto con un amigo que me acompaña siempre, que hicimos la segunda ruta en bicicleta, pues primeramente habíamos hecho la francesa, y la norte era la alternativa que había, que va por la costa, empezando desde Irún a Ribadeo. Y se nos ocurrió porque en aquel momento empezamos a buscar guías, ya que era lo único que había, mapas o guías, los GPS no estaban muy actualizados para hacer esas cosas, y la única que encontramos era de un tal Eric Walker, un británico de la confraternidad de St. James de Londres, y era una guía muy literaria, que daba unas pistas pero no ayudaba. Así que en nuestro segundo Camino de Santiago decidí empezar a hacer esta guía. El del Norte aún tuve que hacerlo dos veces más, porque encontré la editorial El Senderista con la que firmé un contrato para hacer este libro y la distribución. Es una ruta larga con más de 1.100 kilómetros, no hay siempre tiempo para poder hacerla.

- Y después no habéis dejado de realizar rutas, ¿no es así?

- Sí, hemos tenido el empeño durante todos los años, ¡y durante muchos más, espero!, de ir haciendo más caminos, la guía de la plata desde Mérida, alguna alternativa que hay por Oviedo, y este año tenemos la idea de hacer el camino portugués que empieza en Lisboa y entra en Galicia por las Rías Baixas. Hemos quedado para empezar el 16 de agosto desde Oporto, porque al ser Jacobeo este año queremos llegar a Santiago, y a veces no da tiempo... Además las dos últimas etapas coinciden con otros caminos que ya hemos más veces. Concretamente la zona de Rías Baixas no he recorrido nunca en bici, la conozco de viajar un poco, pero en bicicleta las cosas se conocen de otra manera, mucho más profundamente, y supongo que es diferente a la otra parte que conocemos. Será algo nuevo.

- ¿Qué pautas y consejos para el trayecto recomiendas para el "peregrino sobre ruedas" en el Camino del Norte con alrededor de 1.100 kilómetros?

- El libro está dividido en 14 etapas, o sea, 14 días, sin ser muy ambiciosos. Es una guía pensada para disfrutar del camino, no es una guía puramente deportiva, la cual de haber sido así seguramente podríamos haber hecho en menos días. La verdad es que puedes hacer entre 100 y 120 kilómetros al día, mientras que en este libro la media está en 60 o 70 kilómetros al día. La idea es que se salga pronto, se circule por la mañana y a primera hora de la tarde ya se acabe la etapa.

- Según tu experiencia, ¿qué lo más duro que uno tiene que combatir en mitad del Camino?

- Lo peor es la climatología, ambos extremos, frío o calor, aunque la lluvia siempre es lo más desagradable. Pero hay algo muy duro realmente, que también es otro motivo de hacer esta guía. La vía del Norte ahora está bien, pero en el año 1993 cuando la hicimos por primera vez estaba en muy malas condiciones de mantenimiento. A veces se comete el error de que en los años Jacobeos hay unos gastos de infraestructura con los que se despejan los caminos, que siempre se intenta que sean de tierra vías naturales, etc.; por lo cual se mantienen algunos años en especial y luego se vuelven a abandonar durante 3 o 4 años, con lo que la vegetación en algunas zonas tapa el camino, se complica..., en fin, se estropea, y acabas a veces metido en trampas e incluso tienes que dar media vuelta, llevar la bicicleta al hombro, o arañarte las piernas con zarzales. Hay ratos desagradables, muy cansados, siempre por falta de mantenimiento o por falta de información y simplemente, con algunas advertencias por las que conocieras esos malos sitios lógicamente no entrarías.

- ¿Cuáles son vuestras provisiones y cómo os alimentáis a lo largo del Camino?

- Hay tres aspectos. Empezando por el menos placentero para mí que es el de la comida de emergencia. En el equipaje siempre hay que llevar barritas energéticas de cereales, reconstituyentes deportivos, ¡que no se usan a diario gracias a dios!, almendras, algo de fruta... Siempre llevamos algo de esto, porque como decía antes hay días malos que te pierdes por algún monte y se te echan encima 4 horas imprevistas y en ciertas ocasiones necesitas esta comida. Luego se disfruta un poco de los sitios de paso, donde hay algo típico. Por ejemplo, recuerdo haber atravesado El Bierzo en el momento de la cosecha de la cereza, ¡así que aprovechas para comer unas cerezas!, o mantecados en Astorga, etc., cosas de este tipo. Y luego para el final de las etapas, la verdad es que como durante el día realmente no has comido bien pues te reservas a primera hora de la noche para tomar, en una cena temprana, un buen plato y cuchara aprovechando el sitio donde estás. Es parte del placer del Camino, lo tengo muy claro. Supongo que no es lo más sano pero la comida fuerte la hacemos al final, y es que tampoco puedes comerte un chuletón a media ruta. Parece una tontería pero una digestión fuerte te limita mucho.

- Para probar la cocina local, te ayudas de guías gastronómicas o prefieres preguntar sobre la marcha?

- Nosotros preguntamos. No sería mala idea llevar alguna guía, la verdad es que no lo hemos hecho, pero siempre conocemos un poco los platos típicos de la zona y preguntamos por el restaurante donde podamos encontrar lo mejor de ellos. Es fácil relativamente en este aspecto, porque tenemos contacto con la gente cuando llegamos a un sitio. Encuentras a hospitaleros que llevan ahí toda la vida, peregrinos que han pasado ocho veces, incluso la gente tiene especial atención con los peregrinos, y también los policías locales son muy atentos, que siempre te aconsejan algún sitio, incluso hemos tenido invitaciones de algunos restaurantes.

- ¿Hay buena oferta gastronómica en los albergues de peregrinos?

- Sí que hay, yo he comido bastante en los albergues. Sin grandes especialidades, suelen hacer cena de peregrino y un desayuno por la mañana y esa típica comida reconstituyente basada en la pasta. Suele ser el propio hospitalero el que, cobrando una cantidad simbólica de unos 5 euros aproximadamente, ofrece esos servicios. Y es agradable comer en el albergue, no tanto por dónde comes sino por la compañía, ese momento en el que hablas con mucha gente, donde la mitad son extranjeros.

- Llegas al final de una etapa y entras a un albergue pero está lleno. ¿Es frecuente?

- Sí, eso es un problema y nos pasa a menudo, sobre todo porque nosotros llegamos más tarde que la gente que va andando, que por otra parte tienen preferencia como es lógico, porque hay un orden prioritario: los de a pie, de bicicleta y a caballo. Entonces si llegamos tarde buscamos otro tipo de alojamiento: hostales, albergues juveniles..., pero la verdad es que con toda esta oferta te basta, no hemos necesitado entrar a hoteles, además cuando haces estas rutas tampoco es lo que pretendes.

- ¿Dónde has comido mejor?

- En la parte de León y Burgos. Hay un puerto de montaña muy conocido por todos los peregrinos de la ruta francesa, que es la Cruz de Ferro, en León. Hay un pueblecito en la bajada que tiene un par de restaurantes muy acostumbrados a recibir peregrinos y hacen los platos típicos del botillo y el cocido maragato..., todo esto está buenísimo. Y en el País Vasco he comido muy bien de menú, pues los hay espectaculares, si a mediodía aprovechas la oportunidad puedes comer fantásticamente por cantidades muy pequeñas.

- Tendrás anécdotas gastrómicas propias del Camino, cuéntanos alguna...

- Una vez llegamos a un pueblo sin asfalto, encantador, a más de mil metros de altitud. Acabamos en este pueblo porque no tuvimos fuerza de bajar el puerto de montaña. La gente piensa que en bicicleta es muy fácil pero si las fuerzas ya te merman afrontar 20 kilómetros de bajada es duro. Nos quedamos y vimos que en el menú del día habían tenido el botillo. Eran cerca de las 11 de la noche pero lo pedimos. El dueño en principio nos aconsejó que a esas horas no debíamos comer eso pero aún así repetimos. La verdad que nos costó digerir aquello... Luego en la Galicia más profunda, nos pasó que paramos en un albergue sin nada abierto para comer alrededor y entramos a una casa que por allí suele hacer comida a los peregrinos y una mujer nos hizo una tortilla de patata, para lo que tuvimos que esperar una hora a que la acabara..., pero nos supo muy rica. ¡Pequeñas sorpresas que vas teniendo! Otra cosa que recuerdo, en una aldea cerca de Lugo de unos veinte habitantes con un bar-supermercado. No daban de comer allí y, tras estar conversando con el dueño, propuso sacar unos embutidos de lengua y unos quesos de la zona, que eran espectaculares y nunca antes había comido, y además sin él darle ninguna importancia ni quererme cobrar... Comí allí de una forma espectacular cosas que no he vuelto a comer. Es impresionante, esto lo valoramos mucho.

- ¿Es este componente de improvisación y sorpresa el que te lleva a repetir las excursiones?

- Sí, no sé en qué orden, pero es una de las motivaciones que tenemos para hacer el camino. Hay gente que lo hace por una espiritualidad que tiene el camino, el jubileo, y la verdad es que nosotros por motivos personales no lo hacemos por esto. En primer lugar, está lo que supone por olvidarse de las cosas y descansar de las preocupaciones cotidianas, ¡en esto es completo!, a partir del cuarto o quinto día ya no te importa nada. Y luego son el comer, el deporte..., y una cosa lleva a otra. Además hemos llegado a este convencimiento porque también hemos hecho rutas en el extranjero: por las High Lands de Escocia, Irlanda..., donde tampoco se come mal, pero al final dices: "Para este plan, no hace falta salir de España". Aquí tienes mil rutas donde si quieres disfrutar de la bici y comer bien, puedes estar toda la vida recorriendo sitios.
 


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Albert

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