Me contaba Juan Argudo, el barbero de Linares, a quien el universal maestro de la guitarra Andrés Segovia le dio el honroso titulo de "arquitecto de mi cabeza" por ser su peluquero, que el insigne concertista compartió en Madrid durante sus años mozos una tertulia a la que acudían entre otros el poeta Federico García Lorca, el pintor Salvador Dalí, el poeta y pintor Rafael Alberti y el director de cine Luis Buñuel, cuando éste último, en la Residencia de Estudiantes, fundó el primer cine-club de España, allá por el comienzo de los años veinte del ya extinto siglo XX. De ellos, el que no era perito en lunas, como habría de decir el poeta Miguel Hernández, lo era en estrellas, pero todos fueron diestros en atrapar el tiempo, que no en vano a Dalí se le derretían los relojes en sus pinceles. Tan ilustre tertulia recibió el nombre de "Malditas sean las prisas".
Una vez al mes acudo, sin prisas, al sillón de su barbería, junto al cual lleva Juan Argudo desde los ocho años, precisamente desde cuando su padre, ante la alternativa de mandarlo como ?niño de carga? a los terreros de las minas, como tantos niños mineros de la posguerra, prefirió que fuera aprendiz con un sacamuelas de la céntrica calle de Los Riscos, pensando que al menos allí encontraría un techo para la lluvia del invierno y una sombra para el sol terrible de los verano del sur. Más de cincuenta años lleva Juanito -que, además de barbero, fue en otros tiempos un novillero valiente- siendo el arquitecto de las cabezas de Linares y de casi todos los toreros que por ella han pasado.
No fue casualidad que a la primera corrida a la que lo llevara su padre fuera aquel 28 de agosto de 1947 cuando el toro "Islero" mató en Linares a Manolete. Pero no es ese hecho el que se le quedó grabado a aquel Juanito que escasamente contaba con diez años de edad, sino el avión que , volando muy bajo por un cielo plagado de las chimeneas de las minas, revolucionó a las gentes al día siguiente de aquella tragedia taurina. Más de medio siglo lleva Juan Argudo entre la barbería de las Ocho puertas y la del Lugarillo hablando de toros y toreros, de las muchas anécdotas que a tantos linarenses les han acontecido, de aquellos tiempos cuando Linares tenía una sucursal de Bando del España, y de cuando los tranvías -que entonces eran el progreso- se cruzaban con los arrieros y sus recuas de borricos que venían por las tardes de Sierra Morena con cargas de leña, jaras y lentiscos, el ramón para que ardiera en los hornos de las tahonas linarenses. Y en aquellos años difíciles, entre la leña, venía de estraperlo la carne de gabato o de ciervo viejo en adobo que los furtivos le ganaban a la sierra mientras musitaban por lo ?bajini?: "Carne pa lŽhambre ganá con el sudó del hambre"
Yo no sé si habrá una medalla para los que le ganaron la partida al tiempo entre tijeretazo y tijeretazo, y vaivenes de la navaja barbera en el cuero. Yo no sé si con una hojalata de colores podrán pagarse más de cincuenta años de tertulia y de historia a pie de acera, pero por si así fuera, yo la pido para Juanito Argudo. Aunque la foto junto a Ernest Hemingway y Antonio Ordóñez en el callejón de la plaza torera de Linares -el albero de Santa Margarita- bien pueden valer todas las hojalatas en las que las humanas vanidades sacian sus efímeras glorias.
Ya no tiene Linares tranvías, ni sucursal del Banco de España, ni arrieros con los que cruzarse ni, afortunadamente, ?niños de carga? en los terreros de las minas, pero sigue viniendo la carne de monte en adobo desde Sierra Morena, y Juanito, el barbero, sigue recordando anécdotas como ésta: "Estando próximo a cumplir el maestro de la guitarra don Andrés Segovia los noventa años vino a Linares y, como siempre, fue a visitar el santuario de la Patrona, Nuestra Señora de Linarejos. Tomás Reyes Godoy, quien hubiera sido alcalde, médico y amigo suyo le dijo: "Andrés, pídele a la Virgen que te dé otros noventa años de vida", y don Andrés, socarrón, le contestó: "¿Y quién eres tú para ponerle coto a la Virgen?".
Por algo dirían aquellos ilustres intelectuales de la ?Generación del 27? lo de "malditas sean las prisas", pero Juan Argudo, en las tertulias, con todo el respeto, le ha llegado a corregir la plana hasta al mismísimo don Matías Prats: "Aquel toro de Domecq que indultaron se llamaba Pomposo, don Matías, Pomposo". Y es que más de cincuenta años hurgando en el albero de las cabezas son un doctorado, de esos que da la vida en el aula magna de la calle, en el pupitre en el que se convierten los mostradores de las viejas tabernas del sur, aquellas donde aún se oyen al son de una guitarra las voces quebradas del tiempo recitando viejos versos:
Linares limita al norte con la taranta, al sur con un suspiro, al levante con los toros, y al poniente con el vino.
Y en cada taberna tiene un balcón asomado a un precipicio, donde vuelan las palabras como sueños de chiquillo, donde los poetas sueltan las palomas de sus versos, y los grajos de sus gritos:
¡Oiga, señor! ¡Que no se prohíba el cante! -y disculpe usted si chillo-
¡Que le perdonen la vida al bueno del gusanillo!, ese que matan al alba los que ahogan su extravío. Que en esta tierra bebemos sólo el corazón del vino, ese que en el aire suena más que el ruido del martillo robándole a los barrenos la gloria de su estallido.
Buscadora de cosas ricas, ya sean desayunos, comidas o meriendas. Por los Madriles y alrededores. Y productos. Que no todo es salir, a veces cocino en casa.
Se formó en la escuela de hostelería de la Casa de Campo en Madrid del 1992 al 1995. Tras graduarse empezó su trayectoria profesional como 2º de cocina en el restaurante Paradis (1995-1997).
Cocina Hermanos Torres is accoladed with two stars by Guide Michelin, a maximum three Repsol Suns by the most important Spanish dining guide and a green Michelin star for their sustainable efforts.
Incluir en su carta recetas de nuestros mayores, revisadas con su instinto creativo, conservar los sabores y comidas de nuestra huerta y de cocinar con productos tradicionales, le ha servido para convertir a Almoradí en un referente comarcal a nivel gastr