6963 recetas de cocina   |   17316 noticias de gastronomia   |   579 autores   |   21 empresas



Girona, la Inmortal


share by WhatsApp

Enric Hercé



Más de mil años de historia contemplan esta pequeña y armoniosa ciudad, que ha sabido conservar, con gran respeto, el legado de todas las épocas y culturas que han dejado, en el paso de la historia, su huella cultural y arquitectónica. Un barrio antiguo que se nota orgulloso de su pasado a través de cada una de las piedras que forman las fachadas medievales y en donde conviven, en perfecta armonía y orden estético, los edificios del call judío, que es en si mismo un ejemplar único de barrio judío completo como pocos hay en el mundo, la catedral, muestra singular de la mejor arquitectura gótica que guarda algunos grandes tesoros, como el celebre tapiz de la Creación y el Beatus y una muralla que envuelve la ciudad antigua con un sin fin de jardines umbríos y soleados en los que perderse en visita silenciosa y meditativa. Una ciudad medieval que sigue viva en su interior, y que choca, contrastando agradablemente, con las modernidades transformadoras de los edificios de la universidad de Girona, motor de la dinamización de la ciudad, y del recientemente inaugurado museo del cine, único en Europa.



Todo un malabarismo de contrastes entre lo nuevo y lo antiguo que no viejo, entre el pasado más evocador y el presente más innovador y cosmopolita. Un contraste que también hace de Girona punto de encuentro de todo tipo de ciudadanos. Por un lado, los gironins, gente de carácter casi casi rural que no han perdido unas claras connotaciones de pueblerinos, más que de capitalinos, y que hace de ellos amables receptores de los ciudadanos ocasionales que inundan sus calles , callejuelas o avenidas buscando distintas realidades. Los unos, provenientes de todas las comarcas de Girona, que llegan a la capital en busca del gran comercio, la medicina , las grandes empresas de servicios y las actuaciones administrativas, los otros, centenares, que acuden a las aulas universitarias y los colegios profesionales, y por último, los turistas más ocasionales, que armados con equipos multimedia patean incansables los fríos adoquines robando digitalmente cuantas postales les sean posibles.

Girona es una ciudad espléndida y generosa que acoge a todos ellos y les da, a cada uno, todo cuanto desean. Para el turista caminante, ofrece la muralla con mil rincones coloridos y exuberantes en los que solo el agotamiento puede poner punto final a la contemplación de bellezas arquitectónicas constantes. La imponente Catedral, que obliga al esfuerzo, casi deportivo de su gran escalinata, y que ofrece en su interior umbrío la posibilidad de realizar un auténtico viaje a la edad media (XIV-XVII), al gótico más importante del mundo. El barrio judío por entero, con sus patios interiores que en el mes de mayo se engalanan de flores y olores en una exposición floral que transforma el barrio. Los baños Arabes del siglo XII, el monasterio de Sant Pere de Galligants, la iglesia de Sant Feliu, la Fontana de Or, y mil edificios más cargados de historias en plural.

Muy cerca, en Girona todo esta muy cerca, el viajero puede descansar de lo venerable y sumergirse en la modernidad comercial de la Rambla de la Llibertat, punto de encuentro para todos aquellos que por una u otra causa llegan a la ciudad, que esta unida al barrio antiguo por algunas pequeñas plazas de gran belleza y peculiar encanto en las que conviven, de nuevo, las piedras más nobles con los negocios más actuales. Restaurantes temáticos, bretones, mejicanos, griegos o franceses, con fondas y tabernas bien catalanas, pequeños comercios de ultramarinos que no han perdido su encanto con novedosas boutiques de moda, complementos y equipamientos deportivos. También, por supuesto, el viajero más culto hallara interesantes librerías, y numerosas tiendas de arte y anticuarios.

Los numerosos puentes que atraviesan el río por un lado y por el otro, de piedra, o de metal, ofrecen la posibilidad de sintetizar distintas imágenes referentes a las variopintas caras de la ciudad, y permiten observar con claridad, la convivencia de Girona con sus ríos, que la atraviesan como una gran arteria multicolor en la que asomarse y tomar las mejores imágenes fotográficas para el recuerdo.



La gastronomía de la ciudad, ausente durante algunos años, esta ahora en su mejor momento, y aparte de los numerosos establecimientos destinados a satisfacer al turista más multitudinario, se pueden encontrar también auténticas joyas de la restauración pública nacional. En el centro antiguo, es recomendable el restaurante Cal Ros, donde Joan Pique ofrece una auténtica cocina tradicional catalana de alta calidad que recuerda en la mesa sabores olvidados que convenientemente actualizados satisfacen al paladar más exigente que quiera disfrutar a precios realmente aceptables. El lujo, la sofisticación y la elegancia en lo culinario y en el servicio, lo pone Fulgencio García en su Restaurant Albereda, situado en la calle del mismo nombre y ocupando una centenaria casona de fue el antiguo casino de la ciudad. Una cocina mediterránea, con toques creativos y vanguardistas, y unos resultados de enorme calidad, hacen del Rt Albereda una de las mejores ofertas gastronómicas de la ciudad. En sus platos, se encuentran todos los matices que distinguen la creativa culinaria gironina, la alegría de las especies, la osadía de las combinaciones más diversas, los mar y montañas, las frutas con la carne e incluso el exotismo de algunas preparaciones agridulces que recuerdan lejanas preparaciones orientales. Todo un alarde de habilidad culinaria de este cocinero que ha conseguido incluir su nombre en la lista de los grandes .

Joan Roca

En las afueras de la pequeña gran ciudad, en el barrio de Taiala, el viajero más sibarita encontrará otra de las joyas de la corona gastronómica de Girona: El Celler de Can Roca. En este establecimiento, decorado como una caja de música que predispone al goce de los más estilizados placeres, los hermanos Roca, Joan y Josep, presentan al público una gran oferta gastronómica que ha intelectualizado el arte de comer y beber. En los fogones más modernos, y tras un cristal que los separa de los comensales, Joan Roca elabora una cocina que es sin duda alguna una de las más interesantes del país. Creativo como pocos pero sensato en su planteamientos, Joan cocina y recocina unas recetas que recuerdan invariablemente a aquellos platos de fiesta, pero travestidos con una modernidad sorprendente que no se queda en un simple maquillaje estético, si no que transgreden con atrevimiento las reglas clásicas establecidas en busca de los sabores más auténticos y naturales a través de una alquimia culinaria que busca enaltecer y poner de relieve lo mejor de cada uno de los productos que componen la receta. Un estilo culinario que es en gran parte responsable del gran éxito de este restaurante que con su hermano Josep, abrieron allá en el año 87 y que ha cosechado grandes éxitos y reconocimientos de la crítica más especializada y del público más fiel . El otro gran pilar de este rotundo éxito, lo construye diariamente el hermano maître Josep, que pone en marcha con habilidad un servicio de gran profesionalidad y cálida acogida. Josep Roca, es además una de las mentes más brillantes en el mundo de la enología, y su carta de vinos, es una de las más completas y mejor diseñadas del país.

Una cena en el Celler de Can Roca, es seguramente, una de las mejores formas de disfrutar del ambiente modernista y cosmopolita que hoy en día hacen de Girona, una ciudad atractiva para el viajero que busca grandes sensaciones a medida de sus necesidades.


  0 COMENTARIOS




SÍGUENOS
          
SUBSCRÍBETE





AFUEGOLENTO EMPLEO

AUTOR DESTACADO

   

Albert Adrià

Redes sociales: https://www.instagram.com/enigma_albertadria/ https://www.instagram.com/albertadriaprojects/

3 recetas publicadas

Ver blog del autor














Desde 1996, el magazine gastronómico en internet.


© 1996 - 2024. 29 años. Todos los derechos reservados.
SUBSCRÍBETE

Recibe las novedades de A Fuego Lento


SÍGUENOS