Me Encantan las Setas

Me gusta el otoño. Me gustan las setas. Es uno de los meses del año en el que todavía me dan alegría las mañanas, todavía no tengo ese desagradable sentimiento al tocar el desperatador y pensar que tengo que empezar el día. 

Me gustan las setas. Despertar y empezar a sentir un cierto fresquito y la imagen de las setas en el bosque, a media luz... como yo... porque ¿a quién se le ocurrió en este país cambiarnos las horas para que parezca que gastamos menos en luz? ¡Pero si yo tengo que salir de casa por las tardes encendiendo todo para no darme de narices con las esquinas! Por las mañanas tengo que encender las luces para que despierten mis sentidos...¿dónde está ese ahorro?

Pero me encantan las setas. Me gusta ir al mercado y ver los puestos llenos de setas con esa gracia colocadas, y esas guapas dependientas con sus delantales bien ceñidos.

Me gustan las setas por la mañana, me encantan sus nombres, son como poetas griegos (por lo menos!): tricholoma portentosun, alias ratón; tricholoma georgii, alias perrochico. Es que se me pone la piel de gallina, las marasmius oreades, cuyo nombre recuerda a Vía Láctea (alias ninfas), y...¡fijaros! el nombre de esta babo es hygrophorus limacinus, y esta que recuerda a una orgía romana: lactarius deliciosus (alias rovellon), y luego llegan esas con nombre de película de miedo, que le pusieron un nombre que lo mismo daría llamarla ?viernes trece? o ?venganza en la gran manzana?, mirad, su nombre es: craterellus cornuecopioides (alias trompeta de la muerte). Se me pone el pelo de punta y, en el fondo, ¡pobre como no nos comamos dos camiones de esas setas! (de otro modo, no nos morimos). Y le pregunto al estudioso del tema: ¿por qué le hiciste esa fechoría? ¡Ponerle ese nombre a esta pobrecilla!

Pero me encantan las setas. Ver las cartas de los restaurantes llenas de ellas. Y qué decir de esas camareras que te miran a la cara y te dicen... ?¿quiere usted unas morchelas deliciosas??. Y tu respuesta es ¡SíííŽ?. Sí, al principio te vienen a la cabeza grandes cosas, pero enseguida a terriza a la cruda realidad que no es otra que el hecho de que sólo (nada más y nada menos) se trataba de una proposición gastronómica. 

Me encantan las setas. Pero amigos, cuidado con ellas, hay alguna que te puede dar un disgusto...en la cartera. Por ejemplo, no pidas sin preguntar cuánto vale un plato de, por ejemplo, risotto de tartufo.

Pero amigos...¡me encantan las setas!