
Esta es la dramática historia con final feliz, de una botella de vino histórica: Château dŽYquem 1.806. Los propietarios del prestigioso y excelentísimo restaurante Atrio, de Cáceres, Toño Pérez, maestro cocinero, y José Polo, director, adquirieron en una subasta londinense la botella en cuestión, por ¡15 millones de pesetas! Lo que a veces son las cosas: sus nuevos y afortunados propietarios trasladaron con toda suerte de cuidados hasta su ciudad el Château dŽYquem casi bicentenario, y la botella llegó incólume, pero al ser colocada en una estantería del restaurante, un mal gesto fue causa de su rotura. Se quebró por la parte del cuello y, al estar protegida la botella por un papel aislante, su precioso contenido, el Sauternes de todos los Sauternes, no se derramó...Toño Pérez y José Polo de momento se sintieron desfallecer, palidecieron y notaron el tembleque de sus piernas, pero supieron reaccionar de inmediato: buscaron la manera de ponerse en contacto con la bodega para explicar el fatal percance y recabar el mejor consejo con el fin de ponerle remedio. Así fue: el propio conde Alexandre Lur Saluces, que dirige Château dŽYquem, les dio las precisas y oportunas instrucciones: colocar la botella tal cual en el frigorífico y trasladarla lo antes posible a la bodega.
Sin perder tiempo, los restauradores cacereños emprendieron viaje en su automóvil, convertido en una UVI para el vino en muy grave peligro, y viajaron de un tirón hasta su destino, portando con todo cuidado la botella rota y el vino conservado en el envoltorio. Dice una crónica que, en la bodega, la jefa de enólogos procedió a la cata de vino y tras emitir un sucinto y definitivo veredicto sobre el estado del dorado y dulce líquido -literalmente ¡superbe!-, lo trasvasó a una botella de principios del siglo XIX, y para compensar lo que se había evaporado a lo largo de 200 años, introdujeron unas pequeñas bolas de cristal de tal forma que el vino se mantenga en contacto con el corcho.
En Atrio, los vinos son objeto de un especialísimo mimo por parte de sus propietarios que ahora tienen expuesta esta rarísima y valiosísima joya de la vinicultura universal, el mejor vno blanco dulce del mundo, el Château dŽYquem que además, es excepcional, probablemente único en su venerable edad.

