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Navidad, Equilibrada Navidad



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La Navidad tiene mala fama, nos guste o no. Cada año, se convierte en un acontecimiento más tristón, más forzado y mucho más empalagoso. Y menos familiar ?con perdón de mi querida familia-. Incluso, me parece que a medida que envejezco, disfruto menos de los turrones, del mazapán, del cava de segunda y el pan de Cádiz. Con una excepción: el roscón de Reyes. Masa tierna y esponjosa que pone punto y final a las fiestas.

Pero, antes de que los pasteleros se encarguen de la elaboración de lo mejor ?gastronómicamente hablando- de las fiestas, encaramos el mes de noviembre con la pena de que se cierne sobre nosotros la Navidad. Así que, cada año, cuando llega diciembre, son muchos los ciudadanos que empiezan a ciscarse ?que diría Arturo Pérez-Reverte- en la Nochebuena, la Nochevieja y los Reyes Magos.

Este año serán, más que nunca, las navidades del espíritu. Se realizarán menos compras por efectos de la crisis, pero el espíritu solidario nos inundará a través de los medios de comunicación. Verán cómo, ante la falta de dinero en nuestros bolsillos, entregamos nuestro amor sobrante a los demás. El espíritu navideño, retratado por Luis García Berlanga en Plácido, no viajaría a día de hoy en motocarro, no. Iría en señal digital vía TDT y sin la comicidad de José Luis López Vázquez.

Pero esa es otra historia. Porque de lo que pretendo hablarles es de si esta Navidad, la Navidad de la crisis, pondrá fin a las comidas y cenas de empresa. La Navidad es una "tentativa de cordialidad mutua", según Vicente Verdú. Un experimento en el que, por una vez al año, mandos altos, intermedios y bajos comparten mesa,



mantel y bandadas de palabras. Supone un moderno igualador social, en la que el único consuelo por parte del mileurista consiste en reírse de su superior. Como le leí recientemente a Félix de Azúa, uno de mis articulistas de referencia, "el consuelo del esclavo es hacer chistes sobre el amo".

Se trata de un festejo que requiere dinero, tiempo y esfuerzos de preparación. Una comida que saldrá bien, mal o regular en función del ánimo de los asistentes. Porque del menú nos encargamos nosotros. El sector de la hostelería de la Región de Murcia se encuentra en condiciones de ofrecer la mejor relación calidad-precio, ya que nos sentimos preparados para atender las distintas necesidades de los clientes, guiados por la máxima calidad, el savoir-faire y la profesionalidad. Ya se trate de una comida multitudinaria o de un sencillo almuerzo.

La celebración de las comidas y cenas supondrá una inyección económica para el sector servicios, que necesita revitalizarse para capear la situación económica. A pesar del ajuste económico generalizado, la hostelería ha mantenido un patrón más moderado en los descensos de la actividad, el cierre de empresas y el ajuste del empleo. Por ello, la próxima Navidad, los restauradores murcianos tenderán su mano al cliente para que, entre ambos, ofrezcan platos asequibles a todos los bolsillos.

A través de alimentos terrenales conquistaremos su paladar. Prueba de ello es que, cada 25 de diciembre, cientos de abuelas preparan con dosis semejantes de cariño e ilusión un caldo con pelotas de esos que recomponen mi estómago tras los excesos propios de estas fechas. Un bálsamo de fiereabrás que consigue ahuyentar ese sabor dulzón propio del champán de las cestas de Navidad.


Francisco Fuentes
Vocal de la Asociación de Restaurantes de la Región de Murcia y propietario de la Hostería Rural Palacete de la Seda



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