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Aprender a Vivir



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Al regresar de visitar a Jaume Mesquida uno se siente más optimista. Todo por haber estado con él. El vinatero sufrió un accidente que le ha postrado de por vida en la silla de ruedas. En una décima de segundo el destino cambió su vida. Sin embargo, Jaume no está traumatizado. Sigue siendo el mismo de antes, ?aunque ahora vivo de forma diferente?. Luego, levantando la copa de cava, añade: ?¡Y espero vivir muchas cosechas más!?


?Quiero luchar para ser independiente?
El vinatero Jaume Mesquida cuenta cómo es ahora su vida.


Cuenta Jaume que el accidente fue más bien tonto. La noche anterior había estado en una cata, en Cala Sant Vicenç, y a la mañana siguiente, sábado, al ir a buscar una pieza que necesitaba a Llucmajor, ?yendo a 50 por hora? se despistó, el vehículo golpeó contra una pared, dio varias vueltas de campana y él salió disparado de su asiento. ?Cuando acabó todo me di cuenta que estaba en la carretera y que de cintura para abajo no sentía nada?, recuerda. Fue trasladado urgentemente a Son Dureta y de ahí, en una avioneta, a Toledo, donde entre una cosa y otra ha permanecido quince meses. Desde hace una semana ha vuelto al tajo. Como si no hubiera ocurrido nada.


Aparte de lo duro que es no poder volver a caminar más, ?es que en Toledo te encuentras con casos que te parten el corazón. Casos de gente joven y anciana, que algunos, incluso, te ayudan a llevar mejor lo tuyo, pues siempre encuentras a alguien que está mucho peor que tú. Pero, sí, es muy duro aquello?. Pese a lo cual no se cansa de repetir que ?yo estoy feliz ahora?.


Dentro del proceso de rehabilitación, el pasado mes de agosto, Jaume tuvo una recaída, ?un brote psicótico?, dice, que le tuvo en las puertas de la muerte, pero del que -es obvio- se recuperó. ?Lo pasé muy mal. Tuve el bajón, me llevaron a un psiquiatra, atado además... ¿te imaginas un parapléjico atado?... Encima, me dio un parón cardíaco, tuve neumonía, otra parada cardíaca y ... bueno, pues que me daban veinticuatro horas de vida, pero como se ve que no debía de ser mi día, sigo vivo y, ya digo, feliz. Y en el fondo he tenido suerte?.


- ¿Suerte...?


- Sí, porque un poco más arriba el golpe y me quedo tetrapléjico. Al menos así puedo mover los brazos y las manos. Al menos así puedo ver a mi madre y darle un beso cada mañana, puedo moverme por aquí, ir a las viñas, estar con mi mujer, mi gran apoyo y sostén durante esos difíciles meses... ¿No es eso tener suerte...? Porque como te he dicho antes, los hay que están muchísimo peor que yo y encima sin familia.


- ¿Desde dónde no sientes nada?


- Si cierro los ojos y me tocas desde las tetas hacia abajo, no me entero de nada. Y en cuanto a la actividad sexual, lo mismo. Podemos tener erecciones tipo Viagra, pero, realmente, no sientes nada. Es una insensibilidad total, ¿sabes...?


- ¿Has hecho cambios en casa?


- De momento, no, pero me tendré que construir unas habitaciones en la planta baja y así no tener que andar subiendo y bajando. Me he comprado un aparato que me ayuda a subir los escalones y... pues para estar a tiempo en el trabajo, me levanto dos horas antes y así me voy vistiendo y lavando, porque a pesar de ir en silla de ruedas, he perdido el equilibrio y, la verdad, no es fácil hacer cosas desde ella. Por eso, en según qué cosas he de estar muy sincronizado con mi mujer, sobre todo por las tardes para controlar la evacuación de mis necesidades.


- ¿Te ha traumatizado perder esa, digamos, intimidad?


- Al contrario... ¡Hombre!, yo quiero luchar para ser independiente al máximo, no sólo para ser independiente sino para no dar trabajo a los demás.


- Supongo que de quince meses a esta parte has recibido sensaciones nuevas...


- ¡Y tantas! Y las sigo teniendo. No sé, pero a veces veo un papel en el suelo e instintivamente intento levantarme de la silla para cogerlo y me doy cuenta de que no puedo. Y a veces ni pienso que soy parapléjico, sobre todo cuando estoy tumbado en la cama, pero al ver junto a mí la silla de ruedas vuelvo inmediatamente a la realidad.


- También habrás aprendido a valorar cosas sin importancia.


- ¡Y que lo digas! Hoy me interesa hasta el vuelo de una mariposa.


- ¿Había gente de Mallorca ingresada en la clínica de Toledo cuando tú estabas?


- Sí que había gente de aquí. Recuerdo que había una chica ingresada a causa de un accidente, que tenía un hijo que iba en silla de ruedas. Ya te digo, aquello es un drama constante, o mejor, una secuela de moral que te obliga a cargar las pilas constantemente... Y aquel drama te hacía reaccionar, porque veías que había gente estaba muchísimo peor que tú y que sin embargo quería seguir viviendo. En mi habitación, -dice por cambiar de conversación- planté la bandera cuatribarrada y así se sabía de dónde éramos.


- ¿Cómo han reaccionado tus amigos? ¿Tienes más, o menos que antes?


- Creo que más, y entre ellos parapléjicos. De los de siempre... algunos de los que estaban en segunda fila dieron un paso adelante enseguida y otros que estaban en primera no se movieron mucho. Hay gente que a lo mejor les va más ir a cenar con el vinicultor que apoyar al parapléjico.


- Dicen que lo peor es cuando sales de Toledo...


- Sí, claro, es cuando te has de enfrentar a la vida y luchar contra las barreras. En Toledo tienes un timbre que al apretarlo te resuelve el problema. Aquí tienes que ser tú, y la sociedad, ni siquiera los hospitales están preparados para convivir con los parapléjicos. Yo, por fortuna, cuento con mi mujer. Ella está pendiente de mí, es la que me mueve para evitar que me llague, también me anima, y luego tengo un estado de ánimo que también ayuda.



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