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Carta Escrita por la Condesa de Foie Gras Al Amor de su Vida


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Sandra
¡Quiero chup chup de la cazuela!



Querido mío, te quería muchísimo antes de que salieras por la puerta de la cocina. Todo el amor que nos une y unía, se ha quedado de repente reducido a una sola cuestión. Solo hay una cosa que verdaderamente me preocupe y afecta: ¿Dónde has escondido las mandarinas? Estoy buscándolas desesperadamente y no las encuentro. ¿Qué habrás echo con ellas? Tú, que siempre entras en la cocina, revuelves las frutas y luego te vas al trabajo. ¡Quiero mis frutas!
Te has ido con las mandarinas. No debías tener suficiente con alejarte de mí. Encima, ¡Te habrás regodeado con el dulce sabor que tienen y te habrás nutrido de sus vitaminas, riéndote de mí, a quien has dejado sola en casa! Yo, buscándolas, abrí los armarios, miré debajo de la mesa, en la nevera, en el cajón, en el frutero, en el cuarto de baño, en el salón, en el comedor, en la chimenea?
Digamos que me he vuelto un poco loca. Pues mira, así son las cosas de mujeres. A ti no te perdono que la mermelada sea de cereza, porque te ha dado por irte llevándote mis mandarinas. Cuando pienso en lo que te llevo aguantando tanto tiempo me cogen todos los males. En esas, claro está, me he golpeado la cabeza mirando debajo de la cama y ahora tengo un precioso chichón en la cabeza. Ni mi fruta ni mi mermelada ni tú. Sólo tengo un golpe en la cabeza.
- ¡Qué le vamos a hacer si los hombres vienen de Marte y las mujeres de Venus! ¡Qué se le va a hacer si una mermelada no lleva azúcar o no quedan ni cerezas para hacerla! La moraleja de todo esto podría ser que ?Las tostadas no siempre se comen como uno las quiere?.Pesados hombres que no entendéis nada de mermeladas.

Ante este caso de frustración y que el viento no sopla en popa, voy a dar una vuelta por las calles de la ciudad y despejar las ideas de la cabeza (Si es que puedo porque tienen un chichón). Iré a pasear frente a las tiendas junto a personas diversas. A la vuelta a casa todo lo veré de diferente forma? Salvo en el caso (¡No me digas!) de que aparezca en el horizonte, por detrás de algún árbol plantado en la acera, una silueta? Una silueta que no sea otra que la tuya, cariño, y que observándote con atención, lleves en la mano una bolsa de plástico transparente cargada de frutas naranjas, que no puedan ser otras que mis mandarinas. ¡Como eso pase me coge algo! ¡Mis mandarinas, al fin! Y tú, a quien después de todo, aún quiero.



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