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¿Qué Tiene una Lechuga Que No Tenga Yo?



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Lechuga romana. Foto cedida por Miguel J. Jordá

Latín: Lactuca sativa

Originaria de la cuenca mediterránea, y oriente próximo (Asia Menor y Palestina), es una de las verduras cultivadas de historia más antigua, pues se han encontrado dibujos de ella en tumbas egipcias de hace más de 7.500 años. Las pobres ya habían empezado a quedarse mustias...

Discórides, medico oficial de los ejércitos de Nerón afirmaba que, "... la lechuga era amiga del estómago, provoca el sueño, y hace aumentar la leche de las madres,... y bebida su semilla en infusión refrena la lujuria".

Se sabe también que ya era cultivada en la China Imperial, en la India, Mesopotámia, en Grecia y que los romanos la comían como postre. Dadas sus virtudes sedantes, hoy día se recomienda mejor comerla después o con la cena, si no en lugar de ella.
Esta verdura cayó en el olvido hasta que fue recuperada durante el Renacimiento.

También en algunas zonas se la conoce como "cerraja", aunque no la debemos confundir con las hojas de los rábanos comunes. Es la hortaliza más usada en ensaladas verdes en los últimos tiempos. La lechuga a sufrido innumerables variaciones a través de cruces, y hoy ya no podemos hablar de la lechuga, sino de las lechugas, y puede resultar muy interesante las mezclas de diversas clases de lechugas en una misma ensalada, aparte de las variedades que podemos esperar, a través de la galopante manipulación genética.

Su color varía desde el verde oscuro al pálido, pasando por el rojizo, y el morado. Entre las variedades más notables debemos destacar la de "oreja de burro", o francesa, y la llamada "normal", o sea la "romana", pues es la más consumida en España y la más rica en vitamina A, sin dejar de lado la corazón de león, la morada, la blanca, la iceberg, la crujiente, la hoja de Roble, la de cabeza suelta, la rizada, la pascualina, la batavia, la achicoria roja, la trocadero, la repollada, la real, el lechuguino, la col china, la de Tudela, la lollo rosso, la de Borgoña, etc., y sus primas hermanas las escarolas y las endibias.

Busca siempre las que tengan el corazón o cogollo más firme, o más blanquecino u oscuro de acorde a su color natural, especialmente en las rojizas.

Con las ensaladas de lechuga hay que mezclar la salsa, aliño, o "dressing" (para los modernos juppies) en el último momento antes de servir, pues de lo contrario su fibra se suelta, quedando mustias sus hojas,? y maldita la gracia!

Cortarla siempre en el último momento y mejor troceada con las manos que cortada con cuchillo, pues en cada corte la lechuga pierde vitaminas por las heridas metálicas, por lo que si nuestra ensalada puede ser presentada en hojas enteras, como en la famosa ensalada César, del ?Caesar Palace? de Las Vegas, tanto mejor, aunque mi nueva amiga la doctora Leticia Rimola (autora del Libro Las mil ensaladas, me ha escrito desde Mar del Plata ?Argentina-, que existe cierta polémica sobre quién o quiénes inventaron esta famosa ensalada, pues en otras latitudes sostienen que la crearon un grupo de amigos yanquis en una de sus frecuentes visitas a Tijuana (México) alojándose en el Hotel Cesar y encontrando el restaurante cerrado, prepararon una ensalada con lo que encontraron. Tal fue su éxito que ya en aquellos momentos todos querían patentarla, incluido el dueño del hotel o uno de los citados clientes que se llamaba César? Pasa lo mismo que con la mahonesa para los menorquines, ¡que no se les hable de mayonesa! (de posible origen francés), pues se ponen rojos de ira, especialmente los de su capital, o sea, los mahoneses. Yo personalmente mientras vea a la ensalada César escrita como ensalada "Caesar" (cæsar) pensaré en Las Vegas,... ¿Qué le vamos a hacer?? yo imito a los mahoneses con su mundialmente famosa salsa.



La lechuga puede ser usada en otro tipo de preparación, que no sean simples ensaladas, es decir usarla como verdura, aunque antes deberemos blanquearla 2 o 3 minutos, enfriarla, y escurrirla bien sin dejar restos de agua, entonces se la puede brasear, hervir, freír, gratinar, hacer al horno, o simplemente una sopa crema, o usarla en las mismas recetas que las acelgas, o espinacas, sustituyéndolas o mezclándolas.

Se le dio este nombre, derivado de la "leche", por la savia blanca que mana de su tallo al ser cortado, tiene excelentes propiedades farmacéuticas, conocida como Lacturerina, sustancia hipnótica, es muy sedante, por lo que es muy aconsejable una buena ensalada de lechuga por la noche pues ayudará a conciliar el sueño, hecho que ya constató otro de los padres de la medicina, Galeno. También puedes usar sus hojas para preparar una buena, y relajante tisana, que a la vez es sedante, diurética, digestiva, laxante y combate el mal aliento.

La lechuga, especialmente la cortada, no debe mantenerse en agua, ya que en ella quedarán gran parte de sus nutrientes naturales.

Recuerda el dicho francés sobre que para preparar una buena ensalada se necesitan seis personas o sea un "sufrido" para limpiarla, un "derrochador" para el aceite, un "avaro" para el vinagre, un "filósofo" para sazonarla, un "loco" para removerla, y un "gourmet" para probarla, aunque sin olvidar al "ayudante" que debe secar las hojas antes de aliñarla para que absorba bien el aliño, y que la posible humedad de las hojas, no haga que lo rechace, o simplemente resbale sobre ellas.

Ideal en la lucha contra la obesidad, y recomendada a los diabéticos, por su bajo contenido en hidratos de carbono. La lechuga facilita la digestión evitando el exceso de ácidos, ayuda en la formación de huesos, combate la anemia y estimula el apetito.

Dice mi vecino, "el Remigio", que para evitar los bichos que puedan tener las hojas de lechuga, sólo basta dejarlas unos minutos en agua con algo de vinagre, pronto los veremos flotar en el agua, con su salvavidas,... y claro, sí lo dice el Remigio. Además, no se deben conservar en bolsas de plástico, ya que su propia humedad puede hacer que se pudran sus hojas.

Contiene hasta un 95% de agua y unas 22 Cal. /100 gr., sin aliño, además contiene vitaminas A, B1, B2, B3, B6, B9, B12, K y C, potasio, hierro, cobre, sodio, cinc, proteínas y fibra, aunque la mayor parte de estas vitaminas, y sales minerales están en las hojas más verdes y viejas, es decir aquellas que solemos desechar, o dar a las gallinas,... los que tienen corral, o granja claro.

La lechuga morada es además, rica en ácido olénico Omega-3, y sustancias que ayudan a eliminar las radicales libres de nuestros intestinos, con lo que se favorece la eliminación de grasas.

El agua de cocción de la lechuga sirve para suavizar la piel, de hecho se puede mezclar en un buen baño caliente, que además sigue siendo relajante.

Últimamente se está experimentando con diversos cruces entre lechugas y algunas hierbas aromáticas. No se trata de manipulación genética, sino de hibridación, lo que puede llevarnos en un futuro no muy lejano a conseguir lechugas con sabor a anís, pimienta, menta, berros, hinojo, espinacas, eneldo, remolacha, etc. (y quién sabe si a paella valenciana, a mojito cubano, caviar iraní o a asado pampero).

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(Información extraída del Diccionario práctico de gastronomía y salud, Editorial Díaz de Santos ? Madrid, de Miguel Juan Jordá, donde puedes encontrar amplia bibliografía y otras fuentes de información. Este diccionario se puede encontrar o encargar en las mejores librerías de España y Latinoamérica).

Para cualquier duda podéis contactar con el autor: emejota13@gmail.com o consultar www.migueljorda.com.ar



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