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La Cocina de la Casa Blanca


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Manuel Bolivar



La Casa Blanca es un verdadero centro del poder y como tal, no está exento de evolucionar con ciertos detalles culinarios. Durante mucho tiempo se mantuvo su menú de acuerdo a ciertas normas de la época, marcando la pauta como se requería, pero sin apartarse de la clásica cartilla universal o casi propia. Según los entendidos, fue Jackie Kennedy quien dio un giro y un aporte importante y de estilo personal a la mesa de aquellos tiempos. Recordemos que ella adelantó la construcción de un comedor en un piso de arriba, donde gracias a eso, los posteriores inquilinos lograron alcanzar cierto aire de tranquilidad familiar. Anterior a esta decisión, existían muy pocas posibilidades de preparar unos huevos revueltos a los miembros de la familia presidencial, debido a que a ciertas horas no había disponibilidad de utensilios, por razones de seguridad muy estrictas.

Durante ese tiempo la cocina de la Casa Blanca estuvo dominada por un marcado estilo francés. El sabio Ben Schott, en su Miscelánea gastronómica, convertida al español gracias a un excelente trabajo de Concha Cardeñoso Saenz de Miera, nos arroja detalles en su reseña de un cumpleaños, el número 45 del presidente John F Kennedy, celebrado el 19 de mayo de 1962, en un restaurante muy conocido de Nueva York, donde desfiló una extraordinaria carne de cangrejo asada en concha marina, caldo de pollo con trigo, medallones de novilla y zanahorias a las hierbas. Todo muy bien acompañado de bebidas de diverso origen. Luego los invitados fueron trasladados a una fiesta en Madison Square Gardens, ?donde Marilyn Monroe cantó su insinuante version del Happy Birthday?.*(1)

Sería otra gran primera dama, Hillary Rodham Clinton, quien traería cambios importantes en esto de la cocina de la Casa Blanca; asesorada por dos personas, Julia Child y Alice Waters, quienes en su creencia de que esta era ?el símbolo más visible de la cultura norteamericana?, contrataron los servicios de Walter Scheib, un excelente representante de la emergente cocina estadounidense, a base de una combinación que suprimía los insumos barrocos y acentuaba el uso de ?productos frescos?, así como la incorporación de vinos y proveedores naturales de ese país. La propia Hillary, en sus memorias, lo describe muy bien.*(2)

Y aunque Walter Sheib se le otorgara, muchos años después, su boleto de salida de la Casa Blanca, es lógico que lidió con muchas exigencias presidenciales, y en cuanto a su experiencia, señaló, en el año 2006, que no entendió su despido, debido a que la prensa cercana a la avenida pensilvania, argumentaba que se debía a su obsesión por el acento francés de la carta. Nada raro en esos tiempos cuando el sentimiento nacionalista tocaba el alma de sus inquilinos y del resto de la nación. De todas maneras, se sabe que se trataba de exigencias políticas y culinarias, debido a que muchos amigos de la pareja anterior, afirmaban que a Bill Clinton, por ejemplo, lo que más le gustaba era una sopa de pollo y zumo de naranja, comida con la que enamoró a la bella Hillary, en la primavera de 1971, cuando esta fue atacada por un inesperado estado gripal. Así mismo se sabe de su afición por el pollo al curry, que el dúo preparaba con altos niveles de aceptación, tan sólo entre amigos. Y una fascinación no tan pasajera por la comida griega.



Sin embargo, uno de los momentos de mayor expectativa ocurre con el reciente ascenso de Barak Obama, que junto a su esposa, Michelle, originaron vientos de cambio que al parecer cuesta mucho imprimirles alguna forma. Una de las noticias que sorprendió a muchos de los seguidores de la nueva pareja presidencial, es la referida a Cristeta Comerford, directora de cocina de la familia saliente, George Bush y Laura, quien exigió como una sana recomendación, el no despedir de su cargo a esta chef de origen filipino, que llegó en el periodo de Bill Clinton, en el año 1995. Se suponía, desde ciertas élites, que la comida afrodescendiente pasaría, de vez en cuando, a formar parte de los ricos manjares del mayor escenario de poder en el mundo, pero desde el primer día de gestión se marcó una pauta, cuando se ofreció la cena a los gobernadores para dialogar acerca de la crisis económica. El menú fue cargado de res, vieiras y espinacas con cremas, así como una pasta rellena con carne de cangrejo, alcachofas y zanahorias. Todo organizado bajo un solo lema: la cocina de la Casa Blanca usará tan sólo insumos estadounidenses. Así que no es difícil predecir que el reinado de Obama irá de la mano con los vinos de California, Michigan y Oregón, que gozan de buena reputación para representar a la cultura de ese país.

No hay duda en cuanto a que la cocina es la verdadera arma secreta de ese centro de poder. Se ha dado el caso, que bajo la presencia solemne del arandano o la humilde pero elegante del pollo, se ha conseguido aliviar más de una fuerte tensión; sea la de los litigios naturales con los miembros del congreso, o con los líderes de alguna otra nación. Así mismo causa impacto, la decisión de Michelle Obama de crear un huerto en el jardín presidencial, de donde se espera una prometedora cosecha de verduras y frutas; lechugas, cebollas y rúcola. Esta última mantiene su lugar en la alcurnia culinaria. Recordemos que esta planta de ascendencia mediterránea acompañó siglos atrás a los romanos, y es conocida la predilección de Barak Obama por la misma. Lo curioso es que presenta un sabor característico amargo, algo tan similar como el verdadero arte de gobernar.

Sin embargo, es muy contundente el apoyo del que disfruta la nueva pareja presidencial, en su intención de producir grandes cambios. Y para eso se necesita de ciertas decisiones, como la de acelerar la llegada de Marian Robinson, madre de Michelle Obama, quien estará a su lado, no sólo como niñera, sino como autora de un pollo frito (fried chicken) que enloquece a los miembros de la familia. No cabe duda que esta ave seguirá contando con el apoyo demócrata, tan antiguo desde la época de otros inquilinos en la Casa Blanca. Pero no todo es perfecto. La colaboradora remolacha tendrá que, con mucha paciencia, soportar su exilio, debido a que Barak Obama no soporta ni su presencia discreta en la mesa. Cosas del poder.

(1) Ben Schott, Miscelánea gastronómica. El Aleph Editores, pag. 88

(2) Hillary Rodhan Clinton Historia viva. Memorias. Planeta, pag. 215

manuelbolivarg@yahoo.com



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