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Conxita Boncompte Muestra sus Recetas en la Galería



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Hay personas que habitan las afueras. Otras habitan el interior. No ?en?, sino propiamente fuera o propiamente interior. Eso no quiere decir que las primeras se muestren y las segundas se escondan. Ni que haya casas en la costa o en la meseta. De eso también hay, pero es otra cosa.

Quiere decir que unas personas pueden comprender desde lo que son, y otras comprenden desde lo observado, o relato pendiente de contar por decirlo de otro modo.

Unas personas nos cuentan lo que ven desde sus ojos, y otras se hacen ojo de lo mirado, y así, desde ese dentro, nos relatan su panorámica (que, en ese instante, es el hueco que hemos dejado para introducirnos en la mirada, claro).

Conxita, a pesar de abrir calideces con lo que ella es a quien quiera acercarse, es más bien de habitar interioridades.

Por ejemplo: ?Conxita, cuéntanos una receta?. Y para poder contarnos los pedidos que le hacemos, Conxita se pone de patita de calamar, o de patitas en la calle hasta que encuentra un pato para saber a qué sabe la pata del pato ay qué lío (ella no se lía, ella sabe hacer estas cosas y muchas más)(sólo por entendernos, ella sabe mucho de saber sonreír).

A mí me gusta mucho Conxita de txipirón en sus tintas (tintes primarios, pigmentos naturales) porque, para hacerle la contra a los calamares en sus diversos tamaños, Conxita tiene tintas multicolor (technicolor también, pero las guarda para otras ocasiones) que esparce sólo cuando se alegra, o cuando comparte. Y las deja en sus telas para mejor recordar.

Conxita, cuéntanos un txipirón. Y ella va y nos lo cuenta como si en toda su vida no hubiese hecho otra cosa que pasear mar por sus tintas. Debe venir de ahí que, aunque no nos ponga mar en sus cuadros (yo no lo he visto, he visto cielos, aunque el cielo visto del revés es un poco mar, o más mar que muchos océanos, pero si empezamos así no terminaremos nunca), aunque en sus cuadros no ponga mar decía, pone un azul que es el azul del mar que todos imaginamos cuando imaginamos un cielo del revés.

Los cuadros de Conxita son muchos cuadros dentro de uno. Así nos cunde más el arte suyo. Ella multiplica sus contenidos en un único continente, aunque no se contiene ni un poco a la hora de compartir con el mirador de cuadros. Nos comparte su música, los sueños (con y sin ensueño), su tiempo y los deseos. Nos contiene la respiración de lo que saboreamos con ojos, oído, tacto y olfato.

Conxita es como las ortigas de verdad, con relaciones permanentes con la tierra aunque entienda el cielo (que ya hemos quedado en que es un mar visto mientras hacemos el pino)(es un suponer), con terciopelo en la piel (no me estoy liando, voy bien, ya sé que estoy hablando de ortigas, pero es que hay ortigas y ortigas), limas de emergencia por si hay que enfrentarse con algún miedo, y sabor a realidad.

Y Conxita, como las buenas ortigas, no pica nada-nada si se le pide permiso para ser degustada.



· Entrevista a Conxita Boncompte



· Exposición de la obra de Conxita Boncompte


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