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Woody a la Francesa


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Josep Lluís Seguí



Fuera del voluntario confinamiento de Woody Allen, por voluntad neurótica propia, en Manhattan, antes de su relación con Soon Yi y sus frecuentes estancias en Europa, que sirve de paisaje y de espacio dramático en algunas de sus últimas películas (?Poderosa Afrodita?, por las referencias a Grecia y por estar rodada en parte en Italia, y en particular la película ?Todos dice I love you?, con Venecia y París en escena ?realmente, no reconstruida en plató en los viejos tiempos de los estudios), de Woody sabíamos poco más que su preferencia por el restaurante Elaine?s (ver?A Fuego Lento?, Woody va de restaurantes).



Ando metido en un exhaustivo ?exhausto quedaré- sobre la gastronomía en el cine de Woody Allen, que si a ustedes les apetece, iré publicando por raciones en esta revista. Ahora, se me ocurre prestar atención a las relaciones de Woody Allen, de su cine, con la cocina francesa. El primer encuentro serio al respecto, de divertidos gags y réplicas humorísticas, se daba ya en Love and Death (La ultima noche de Boris Grushenko, 1975). Situada la acción en la Rusia invadida por el ejército napoleónico, un Boris.Woody-Grushenko forzadamente reclutado como soldado, preguntará a su superior por las razones de la guerra contra los franceses, a lo que éste contesta, justificando la resistencia rusa a la invasión gabacha: ?¿Imagináis a vuestros seres queridos conquistados por Napoleón y obligados a vivir bajo el domino francés?, ¿Queréis que coman sus aparatosos platos y sus pesadas salsa?, ¿Queréis que les sirvan soufflée en cada comida y croissants?? A lo que todos los soldados responden que no; a excepción de Woody, bien que con cierto escepticismo no sabemos si gastronómico o belicista. Más tarde, en una cena afrancesada, con Napoleón como anfitrión, le veremos viéndolas con un flambé... en llamas.



Para el mismísimo Napoleón, en este mismo film, el futuro de Europa está en juego. Y ese juego competitivo no es tanto, para él, un asunto bélico como gastronómico. Se trata de que su enemigo británico trabaja en un nuevo plato de carne que se llamará ?Biftec Wellington? y urge a sus cocinero para que hagan la ?Tarta Napoleón?, que el general que le da nombre encuentra escasa de crema y nada de pasas. La batalla se dirime entre ese ?Biftec Wellington? y la ?Tarta Napoleón?.

Y finalmente, encerrado el espía Grushenko en un calabozo francés, ironizará sobre la abundancia y dulzura empalagosa de los postres franceses cuando el carcelero le lleva un carrito de restaurante de lujo bien surtido de pastelería a la francesa abundante y variada.
En ?Todos dicen love you?, el personaje interpretado por el mismo Woody reside en París, y la imagen que vemos de él es caminando con una baguette de pan bajo el brazo. ¿Se la rellenara con camembert o foie-gras para cenar? Y en su tramoya para hacerse con la hermosa mujer interpretada nada menos que por Julia Roberts inventa, entre otras muchas falsedades que coinciden con los gustos y deseos de ella, que gusta de comer ese plato nacional francés que son los caracoles, moluscos a los que detesta con evidente repugnancia.
Después, con ?Celebrity?, Woody Allen, en la figura del actor Kenneth Branagh, retorna al Elaine?s. Igual que él mismo; el guionista, actor, director de cine y clarinetista Woody Allen, que vuelve de vez en cuando a su restaurante preferido de antaño en Manhattan. Que, allí mismo, hace poco compartimos mesa... y una botella de Perrier.


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