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Recuerdos Veraniegos con Lenguas de Pato ( I I )


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Marisa Beato



Hay que ver lo que ha tenido que ingeniar Ángel para que tuviéramos cerveza fresquita. La nevera es insuficiente para guardar comida para tanta gente y la bebida ha sido desterrada a dos neveras de campo, de las que se llenan con hielo. Pero, caray, qué difícil es conseguirlo a veces, y casi imposible durante la ola de calor. Tantas veces preguntamos en la gasolinera, y otras tantas más compramos hielo, que el empleado le llama a Ángel ?socio? cada vez que le ve. Sí, sí, socio; verás como venimos una noche y nos llevamos el congelador a rastras.
Por fin llueve, alivia el calor y además, como lo hace de noche, no molesta lo más mínimo. Bueno menos el día que dedicamos a hacer turismo que nos llovió todo el día y tuvimos que comprar de urgencias chubasqueros para todos, no vimos ná de ná y tuvimos que volvernos a casa.
A mi madre esta lluvia le ha puesto muy alegre. Tiene ella la ilusión de hacer caracoles de los que yo le había comentado que aquí hay por todas partes y que son plato típico navideño en la provincia. Pero claro, tiene que llover. Los pocos que ha ido reuniendo los tiene en una bolsa de malla en el alféizar de la ventana de la cocina -cosa que nos da algo de asquito, la verdad- y los alimenta con hojitas de lechuga. Mi hermana, el otro día, estaba intentando alcanzar un juguete de la niña caído en el tejadillo cuando? ¡plaf! Se escurrió y puso las dos manazas encima de los bichos. Nos miramos quienes la vimos, nos partimos de risa, y a la abuela no le hemos dicho nada. Ahora que ya llueve, se dedica a recolectar por la mañana caracoles del jardín y las vallas cercanas. Los hay a montones y cuando ha recogido los necesarios nos los ha preparado ?a la madrileña*?.
Hay dos sectores: los que no comerían un caracol ni atados, y los que se vuelven locos por ellos. Luego está mi hermana Ana, que no come los bichos pero se moja media barra de pan en la salsita.

Media familia

Queda una semana para fin de mes y hoy han marchado casi todos. Hemos quedado cuatro y media: Mar y la niña de un año, el sobrino Alberto, Ángel y yo. Para quitarme el disgusto ?creo que tengo vocación de madre de familia numerosa- , y porque hoy hace pachucho para la playa, nos hemos ido a buscar marisco a Laredo con la buena suerte de encontrar nécoras vivas -¡al fin!- almejas y langostinos frescos.
La casa ha quedado tan en silencio que al levantarme me ha dado la impresión de haberme quedado sorda. Y es que estos días con tanto personal han sido muy moviditos. Prácticamente no he tenido tiempo para mis cosas, a duras penas he leído la prensa y ni hablar de pintar. Ahora he aprovechado que no tengo que fregar nada, no me toca, y acompañada de un rico café especial que Angelito me ha preparado, me dedico a llenar hojas con estos ininteligibles garabatos morados. El teclado ha destrozado mi caligrafía.

No me explico por qué en vacaciones madrugo tanto. Será porque me gusta asomarme a la naturaleza medio dormida y además aquí puedo observar al zorro que entra en el jardín y al que dejo comida en un extremo. La primera mañana que lo vi quise avisar a mi madre, madrugadora también, chistándola: ?un zorro, en el jardín?. Pero mi madre me entendió: ?!un toro!? . Y al alzar la voz lo espantó. No la he vuelto a avisar más.

Muy graciosa ha sido la estancia de Binbin entre nosotros. El muchacho vino cargado con las lenguas de pato, que nos han dado mucho juego a él y a mí, todo el día mordisqueando; y paquetes de tallarines chinos de esos que se hacen en tres minutos y que saben a lo de siempre: a sobre. Sin embargo, tuvieron un éxito enorme entre mi familia. No sé que pensar, joé.
El muchacho ha probado todo lo que le pusimos delante con, no en todos los casos, verdadero interés.
Le volvió loco la carne a la parrilla. En especial las costillas y la panceta de cerdo. Corrió escaleras arriba cuando le serví unos tallarines con salsa de puerro, setas shiitakes y nata líquida, y bajó con uno de sus paquetes de pasta, ya cocida y tan feliz.
¿Habéis oído aquello de un chino comiendo un limón? Pues la cara que puso Binbin cuando probó el gazpacho lo ilustraría de miedo. Confesado por el mismo: ?todo bueno, sopa fría, no bueno?.

Fiesta en el jardín

La noche apoteósica en la que por primera vez nos juntábamos doce a la mesa organizamos un pequeño jolgorio. Acomodamos a todos en una larga mesa en el jardín. Un largo tablón sobre unas borriquetas y cubierto con un hule de plástico que fue lo que encontramos por la casa. Después, para iluminar aquello que estaba negro como boca de lobo, la rodeamos de antorchas encendidas y hay quien dijo que aquello se parecía a no sé qué concurso de una isla.
La mesa al raso, claro, en medio el jardín, y con una humedad que las servilletas de papel desaparecían encima del tablero. Para los postres estábamos ya con los hombros empapados, pero nos quedó de mono?
La cena consistió en pato asado y arroz, ambos luego fritos por Binbin. El pato lo había mandado su padre vía Antonio.
Este pobre había pasado por el restaurante - en Madrid- a por unas lenguas de pato para traérmelas, a él también le gustan mucho, sin saber que su hijo estaba con nosotros de vacaciones. La madre de Binbin le soltó un chapurreao que por supuesto Antonio no entendió y le largó un bolsón de lenguas y otro con un enorme pato asado.
Antonio no entendía nada, le endiñaban todo eso y encima no le dejaban pagar nada. Pues vale, se dijo, y se vino para Cantabria donde ya se aclaró al ver al chico.
Después de la cena, y a cubierto, montamos un bailoteo con luces de colores, flash y todo- Ángel en su línea- que duró hasta el amanecer. Y todos vimos al zorrito, menos mi marido que estaba flipando con no sé qué.

Decía que ?Binbin corrió escaleras arriba? y es que la jodienda de esta casa ha sido tener la cocina en la primera planta, y el salón y comedor en la baja. Joé, a quién se le ocurre. Todo el santo día arriba y abajo, que entre esto y las bicicletas de la casa, dos hierros viejísimos y pesados y con las ruedas casi siempre deshinchadas, hacen que luzca unos muslos como los de Perurena, aquel ciclista. Y lo digo por lo musculadas, que por lo peludas me doy un aire, más bien, a Puskas.

Regalos de los vecinos

Los vecinos de nuestro barrio, unas doce casas, son abiertos, de charla fácil, y dados a pegar la hebra. Pues como una servidora, vaya. Nos han regalado productos de sus huertas y de paso nos han informado de los movimientos de nuestra familia.
Que si los chicos han venido con tres niñas, de muy buena familia, y han tirado calle arriba. Por ejemplo. Esto a veces es muy útil. Te ahorras en móvil.
Nosotros, que también somos mu güenos, hemos guardado todas las sobras de la cocina para los animalitos de la aldea. Que si para las vaquitas el pan duro y las frutas pasadas. El pescado para los gatos, que hay uno rubio que es buenísimo y se deja tocar. La carne para el zorrito y las manzanas caídas del árbol para el caballo y el jabato que tiene un vecino más arriba. Esto último entretiene mucho a la niña. Un cachondeíto sinfín de bolsas y cacharritos.
Volviendo sobre nuestros vecinos. Nos regalan tantos tomates enormes, carnosos y sabrosos que no sé cómo llevármelos a Madrid. Y por no ser desagradecida hoy he hecho Muttabal* y he repartido platillos por el vecindario.

El aparato

¿Qué por qué muttabal precisamente? Pues yo que sé. Otras veces he hablado con las vecinas del gazpacho andaluz y les ha parecido algo muy exótico. Pues muttabal, que hay mucho y exótico es lo mismo.

Eh, y que les ha gustado. Tanto, que se han vuelto a presentar con, hale, más tomates y pimientos verdes. Incluso rojos ya asados, que se ha pasado el vecino todo el día achicharrándolos con un aparatejo de fabricación casera. Algo así como un soplete enganchado a una bombona de butano.

El Sr. Angel achicharrando los pimientos

Va poniendo los pimientos sobre una chapa, que sostiene sobre dos tocones y, zasca, enciende el cachivache y los soflama de modo que la piel queda totalmente ennegrecida; y la carne, perfectamente asada. Menudo invento.

Y hoy nos vamos.
Hemos ido con la nena a despedirnos de todos los animalitos y les hemos llevado zanahorias al caballito. El jabato desapareció, no sabemos en qué cazuela. Pero, mira tú que creo que al caballito no le caigo muy bien porque no me coge nada de la mano y a Mar y a la niña sí. Ella me dice que ?es que? (recuerden somos de Madrid) han ido a diario durante tres semanas y ya las conoce. Me quiere consolar. Pero yo me cago en ?tó los indios? -de esos que montan a caballo- y me vuelvo a casa a seguir friendo tomate que al final es del único modo que nos vamos a poder llevar tanto tomate y tan maduro.
Anoche lo pasé en ?ay? por culpa de una pata de nécora envenenadora, lo que no ha impedido que hoy me meta, entre pecho y espalda, una paellita con unos amigotes que viven en Castro-Urdiales. Una que se cuida.

Y se acabó lo bueno. Volvemos a casa. Han quedado sitios por visitar, recetas por elaborar, delicias que probar.
Me llevo un dolor de espalda de órdago, malditos colchones, y las alforjas llenas del cariño de los vecinos cántabros y de sus regalos. Y que, hay que ver cómo son, aun nos han traído más ?cosucas? de la huerta en el mismito momento en que partimos.
Me encanta Cantabria y los cántabros.
Besos.


* SOBAOS PASIEGOS
Ingredientes:
300g de harina
300g de mantequilla
150g de azúcar
4 huevos
1 pizca de levadura en polvo
Sal

Preparación:
Se baten la mantequilla con el azúcar, se añaden los huevos y una pizca de sal.

Mezclamos la harina con la levadura, se incorpora a la mezcla y sigue amasando. Se va repartiendo la masa en moldes de papel y se llenan hasta la mitad. Se meten en el horno a 180º y se hacen durante unos veinte minutos.


*CARACOLES A LA MADRILEÑA
Ingredientes:
1 k de caracoles limpísimos por dentro y por fuera
1 cucharada de buen pimentón
150g de chorizo
150g de jamón curado
1 vaso de tomate frito casero
2 guindillas de cayena, si gusta el picante
Unas ramas de hierbabuena
1 cebolla
2 dientes de ajo
2 dos rebanadas de pan frito
1 hoja de laurel
Aceite de oliva
Sal

Preparación:
Poner los caracoles en una cazuela con agua fría y arrimar al fuego muy lento. Cuando todos los bichejos saquen sus cabecitas de la concha (de la casita para los argentinos, que se estarán muriendo de risa) se sube bruscamente el fuego de modo que queden así, con los cuernos fuera, y después sean más fáciles de comer.

En otra cazuela poner el ajo y dorarlo en el aceite de oliva. Retirar y reservar. En esta misma cazuela poner a pochar la cebolla muy picada. A continuación el jamón y el chorizo, el pimentón y el resto de ingredientes. Rehogar cinco minutos

Añadir los caracoles.

Majar el ajo con algo de sal, el pan frito y añadir a la cazuela con un poco de caldo de cocer los caracoles.

Darle a todo un hervor de diez minutos. Probar de sal y rectificar si fuera necesario.

La salsa ha de quedar ni muy líquida, ni muy espesa.


*MUTTABAL
Ingredientes:
2 berenjenas asadas en la lumbre, o en su defecto en la llama
El zumo de 1 limón
œ cucharadita de comino molido
5 cucharadas de tahina (pasta de sésamo)
1 diente de ajo
Sal
Aceite de oliva virgen extra

Preparación:
Todo se mezcla y se tritura bien.

Se sirve extendiendo la pasta sobre un platillo, regándolo con unas cucharadas de aceite y se decora con un pellizco de pimentón y unas hojas de perejil. Se come untado en pan.



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