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Al hilo del premio otorgado a Elena Arzak, de quien poco hay que decir a estas alturas para quienes conocemos su personalidad y su trabajo, me he acorado del personaje que da nombre al galardón que le han concedido a la donostiarra. Y he decidido romper una lanza desde este blog por las mujeres que hicieron del champagne mucho más que una bebida ocasional, para mujeres o cursi.
Comparten una viudedad que les aportó alas para regir sus negocios, un gran olfato para los negocios, visión de futuro, capacidad para la aventura e infinito tesón. Cada una puso su importante punto de vista sobre los espumosos hasta llegar al concepto de champagne que tenemos hoy en día. Y que, afortunadamente, abre nuevas rutas por momentos, siendo como es algo vivo…y efervescente. ¿Han probado a escuchar el sonido de sus burbujas servido en una buena copa? Prueben: el rumor del mar llegará hasta sus oídos. Como si de una caracola de mar se tratase.
En un escenario de guerras y convulsiones 4 mujeres, 4 viudas para más señas, convierten un error gastronómico en una bebida de largo recorrido. Porque el éxito de Dom Perignon estuvo en su fracaso: no conseguir eliminar las burbujas en el proceso de fermentación del vino. Y así surgió el único brebaje que, posiblemente, marida con plato cualquiera.
Empresarialmente anuladas en la sociedad que les tocó vivir, machista y entregada al morapio, estas 4 mujeres han ido aportando grandes ideas para hacer del champagne una bebida universal. La primera de ellas, la viuda Clicquot, a quien se debe el nombre del galardón que nos ha traído a esto. Barbe–Nicole, de soltera Ponsardin, era hija de un empresario textil pero mantenía vínculos familiares con los algunos hacedores de champagne. Su olfato revolucionario le llevó a crear una marca recurriendo al etiquetado, inusual en la época, y a inventar el conocido como “remuage”, a saber, el sistema que permitía limpiar fácilmente los posos del champagne con un sistema tan sencillo como dejar reposar las botellas boca abajo.
La viuda Pommery insistió en liberar a la bebida del azúcar que le hacía tan dulce, de hecho, acompañamiento exclusivo de los postres del momento, y darle el sello de brut que marca su personalidad más excelsa. Mujer de tesón, puso verdadero interés en que el champagne encontrara un hueco en tabernas y comedores.
Otras 2 viudas, Lilly Bollinger y Mathilde- Emile Laurent Perrier se encargaron de exportar las respectivas marcas que habían heredado y convertir la bebida de origen francés en un elemento universal, indispensable en cualquier bodega que se precie.
Brindo por ellas. Hace años un anuncio insistía en que cierta bebida “es cosa de hombres”. El champagne, afortunadamente, es para todos. Estas mujeres supieron verlo.
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