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Entrevista a Pepe Rodríguez



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Koldo Royo Coloma
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Conocido últimamente por el programa de televisión Masterchef, Pepe Rodríguez Rey es mucho más el jurado serio del talent show. Discípulo entusiasta de Martín Berasategui, es un cocinero de largo recorrido. Su trabajo elegante y armónico fue galardonando en 2010 con el Premio Nacional de Gastronomía. En la actualidad regenta con su hermano el restaurante El Bohío, poseedor de una estrella Michelin desde 1999.

 

 

 

Hola Pepe. Tú eres castellano-manchego, de un pueblo pequeñito llamado Illescas, ¿no?

Soy castellano-manchego de adopción. Soy nacido en Madrid pero vivo en Castilla-La Mancha, en Illescas. Illescas ya no es un pueblo pequeño, ya viven en él 20.000 habitantes. Lo era hace cuatro días, cuando esto era un pueblacho pequeño y nos conocíamos todos. Pero con el boom de la construcción, esto creció y ya no es tan pueblo, es un pueblazo de mucho cuidado. Ya no es un pueblo pequeño como era aquello cuando me yo me crie, que desde la plaza del pueblo veías las afueras. Ahora ya no, es imposible.

Tu hermano y tú regentáis el restaurante El Bohío. Pero lo que muchos no saben es que antes se llamaba la Taberna Taurina.

No, no. Siempre se ha llamado El Bohío. Lo que pasa es que a lo mejor habrás visto alguna losa por ahí, que ponía algo de una taberna taurina. Mis padres montaron un mesón en 1971. El Bohío viene de 1936. Antes de la Guerra Civil ya existía el nombre. Imagínate lo que era. Eso sí que era una taberna entonces, con cuatro botellas, y donde mi abuela y su hermana guisaban. Luego hubo un impasse en la postguerra en el que se cerró. Pero en 1971 se abrió hasta ahora ininterrumpidamente, llevamos ya 44 años. Y mi padre, que se había dedicado toda la vida a los toros, lo forró todo de fotografías taurinas y otras cosas del gremio. Y entonces parecía una taberna taurina. Pero el nombre siempre fue El Bohío.

 

¿Qué conserva El Bohío de ese tiempo? Para alguien que nunca haya ido, ¿cómo lo definirías con pocas palabras?

Yo creo que sigue conservando ese aspecto mesonero, incluso por fuera. Por dentro ha tenido muchas variaciones. Hemos hecho una obra en el piso de arriba, dejándolo un poco más modernito, y el restaurante parece otra cosa. Pero la parte de abajo está en color blanco, como mi padre la pinto en su día, encalado. Lo que pasa es que la estética minimalista es un poco más modernita, por la copa riel o por el mantel de hilo, pero sin perder ese aspecto mesonero. Pero no me preocupa, la verdad. Al final tenemos un restaurante donde damos comida, tampoco hay que darle mucha más vueltas.

 

Vosotros mantenéis el restaurante pero, ¿aún tenéis bar?

No. Siempre hubo una barra, pero ya la quitamos hace muchos años, y ya solamente es restaurante. No podemos servir una cerveza, a no ser que vengan cuatro amigos y quitemos una mesa, la desmontemos, y nos tomemos unas cervezas con los amigos sin ningún problema.

Por si algún lector está interesado, ¿qué puede valer ir a comer al Bohío?

Tenemos tres menús. Uno de 39€. Tú puedes comer en un restaurante con una estrella Michelin por 39€, con dos sumilleres, con tu equipo de cocina y tu equipo de sala. Por 39€ usted puede comer en El Bohío. También puedes comer por 65€

y puedes comer por 100€, más vinos y más IVA. Usted decide cómo y de qué manera quiere comer en el restaurante.

¿Cómo llegas tú al oficio de cocinero? ¿Te llega por herencia familiar?

No, no, para nada. Yo me crie toda la vida en un ambiente de bar. Imagínate lo que es eso. La vivienda arriba y el bar con el restaurante abajo. Entonces pasaba todos los días en el bar y comía en la cocina al lado de mi madre, la pobre cocinando en unas condiciones de esas, con una cocina pequeña. Y ahí, en una mesita, me ponía la comida. Yo iba solo al colegio, ella no me podía llevar, por culpa de los horarios. Los que tenemos un ambiente familiar de hostelería lo sabemos.

Me estoy viendo yo.

Claro, claro. Yo creo que tenemos un perfil parecido todos los que hemos visto en nuestra casa un bar o un restaurante, sabemos lo que es esto. Entonces, cuando ya nos hicimos un poco más mayores mi hermano y yo, ni estábamos dedicados al estudio al 100% ni tampoco estábamos en el negocio. Pero echábamos una mano todos los días, el fin de semana, antes de irnos al colegio, después. Hasta que hubo un día que dije: ¿Por qué no dejamos de estudiar? En ese momento yo estaba en 2 de BUP y mi hermano en COU, y decidimos dejar de estudiar y nos dedicamos al restaurante. Yo empecé de camarero con mi hermano, que era de lo que siempre había echado una mano. Jamás se me ocurriría meterme en la cocina, que va. Ni pensar que podría ser cocinero. Quizá en el norte, donde tiene mucho más arraigo lo de ser cocinero. Pero aquí siempre había habido más cocineras, cocinero profesional no se habían visto tantos entonces. Yo jamás pensé que me metería en una cocina. Y luego ya, por obligación, le dije a mi hermano: Oye Emilio, o te metes tú o me meto yo, porque esto no puede seguir así. Los cocineros iban y venían. Mi madre ya había caído enferma. Y nos planteamos: o tú o yo. Y me metí yo por obligación, por algo del negocio, sino jamás pensé que acabaría en una cocina. Tiene narices la cosa.

En tu vida te han marcado cocineros muy importantes. Pero tú estuviste con Ignacio Muguruza, en Benalmádena, y creo que te marco mucho.

Hombre, por supuesto. A mí me marcó porqué fue el que me descubrió la cocina profesional. Fue el primer contacto con un cocinero profesional, con una cocina grande donde había 10 o 12 chavales. Dónde había un régimen de trabajo muy severo, lo que es una cocina profesional de verdad. Ignacio es un tipo extraordinario, un fenómeno, que venía de dar la vuelta por grandes restaurantes de España. Un chaval joven y con unas ganas y una pasión por la cocina. Él siempre me hablaba de Martín Berasategui, y yo me preguntaba quién era ese tío, a mí me sonaba a chino. Y fue Ignacio quien me descubrió un poco este mundillo, no cabe duda.

Que ha supuesto para ti, a nivel profesional, salir en la televisión en Masterchef.

Que te voy a contar a ti de la tele, si eres un pionero. La gente conoce a Koldo Royo, has sido un pionero y un adelantado en muchas otras cosas. Tu canal afuegolento de internet es la leche, es único. Eres un pionero, es así. Qué es ponerse delante de las cámaras en prime time en un programa de mucho éxito, pues el reconocimiento de todo el mundo. El reconocimiento entendido como que te conozcan. Pepe Rodríguez era un cocinero que pasaba su día y su noche metido en una cocina en un restaurante de Illescas, dónde la última crisis ha sido muy dura. Y hemos vivido muchas crisis, porqué para un restaurante fuera de una gran ciudad las crisis vienen cada seis meses. Es verdad que esta crisis de los últimos cinco años ha sido muy severa, extraordinariamente severa. Con todo el mundo y también con nosotros. Estamos en un momento crítico y delicado. Y gracias a este fenómeno de la televisión, te conviertes en un personaje público, caes medianamente bien, la gente te quiere conocer, quieren ir a comer a tu casa y conocerte a ti personalmente. Y vienen no solo de, por ejemplo, Mallorca, Menorca o Girona, tenemos seguidores de Miami, de Venezuela, de Colombia, que nos siguen por el canal internacional. Esto es una alegría.

Como se nota en estos tiempos como se ha globalizado la televisión.

Sí, claro. Pero yo creo que en España nos ha costado mucho hacer programas de cocina en televisión. En Francia hace 30 años ya salían cocineros en televisión haciendo muchas cosas de estas. Eso que ahora lo vemos con normalidad, y todavía alguno dice que hay demasiados cocineros, alguno ya lo había hecho hace mucho tiempo. Lo que pasa es que ahora hay demasiados programas en la tele, lo estamos normalizando, y a lo mejor lo vamos a aborrecer, no se cual será el camino. Pero sí es verdad que la gente se entretiene con la cocina, porque es algo que hacemos a diario: comemos, cenamos, nos gusta compartir, nos gusta cocinar, nos gusta saber de vinos, de comida, de productos, y a la gente le gusta. Si los hacemos todo los programas medianamente serios, honestos, bien hechos, por qué no pueden durar.

Hay gente que dice que a los concursantes de Masterchef, que son amateurs, los presionáis como si fueran profesionales.

Estamos haciendo un programa de televisión, donde hay un leitmotiv que es la cocina. Intentamos reproducir lo que puede ocurrir en una cocina más o menos profesional, o yo soy amateur pero quiero ser profesional a través de este programa de televisión. Pues, hombre, más o menos te inducimos lo que puede pasar en alguna cocina profesional. Y te diré, que te voy a contar a ti Koldo que tú eres profesional de esto, que Masterchef es un cachondeo comparado con alguna cocina profesional. Ahí sí que hay un régimen dictatorial, severo, serio. Te podría enumerar varias cocinas donde hay disciplina y orden. No nos olvidemos que brigada de cocina viene del ejército. Y todavía hay pequeñas secuelas en algunas cocinas. Y esto es así.

Al estar con tu compañero Jordi Cruz en Masterchef, tú te has puesto las pilas, te has puesto cachas.

No, que va. Yo no hago ningún régimen, no hago de nada. Es verdad que me controlo un poco más, antes me comía un plato de callos a la una de la mañana. Esto ya lo he dicho, y me controlo. Pero luego no llevo ningún régimen ni hago nada, ni hago gimnasia de ningún tipo. Yo descorcho una botella de vino casi todos los días y bebo vino compulsivamente porque me encanta, es lo que mejor me mantiene despierto.

A parte de Masterchef, también trabajas en Masterchef Junior ¿Qué te parece este programa?

El otro día estaba en una charla en la Rioja con Carlos Maribona, periodista de ABC, y hablábamos del periodismo gastronómico y de la gastronomía. Carlos es muy buena gente y muy buen amigo. Pero él no veía el programa de televisión, no le gustaba Masterchef o cualquier otro, porqué decía que esto no es la realidad. Y lo ve de reojo. Y yo le dije: Carlos, no te equivoques. En Masterchef Junior yo no intento que esos niños sean el próximo Ferran Adrià, ni intento descubrirlo ni verlo. Yo lo que quiero es que esos niños sean felices. Si hay niños a los que se les despierta ya las ganas de cocinar, y les enseñamos nosotros valores a través de la cocina, de comer, de educación, de probar, de comer mejor, de cuidarse, de que cocinar es compartir, de que cocinar es sentarse en una mesa, justo lo que nos diferencia de los animales. Si esto se lo enseñamos a niños entre ocho y doce años, y los niños están encantados en el programa y disfrutan y se lo pasan bien, cuanto no hemos hecho más ya que el Ministerio de Educación. Esto es lo único que digo. Son los ojos con los que hay que ver este programa. Los niños al programa vienen con una pasión. En una edición le pregunté a una niña catalana de nueve o diez años, preciosa, guapísima, que le gustaría ser de mayor. Y me dijo que le encantaría estudiar enología, porqué a ella el mundo del vino le apasionaba. Esto es increíble, es lo único que yo quiero buscar en este programa. Que deje un poso en la sociedad. Yo lo veo en El Bohío, donde vienen cantidad de niños que quieren conocerme. No te imaginas la cantidad de padres que vienen y me explican que en casa ya no comen igual, que ya no pueden cocinar como siempre, que sus hijos se meten en la cocinan y opinan y dirigen. ¿Es eso malo?

Yo creo que se habla desde el desconocimiento, la gente cada vez tiene menos tiempo para hablar con los chavales. Y estos programas han ayudado para que los chavales dejen el ordenador un rato para ver la tele.

Eso es. La gente me dice que es de los pocos programas, por no decir el único, que la familia se junta para verlo. Ya solamente por eso vale la pena, eso es positivo. Es fantástico. Hay que ver las cosas buenas que hay en la tele. Yo recuerdo hace muchos años, cuando era un crio y estudiaba sexto de EGB, y se dudaba si la televisión era buena o mala, un profesor mío, Don Alberto, nos decía que hay que sacar las cosas buenas la televisión, porque la televisión tiene cosas buenas. Quedémonos con lo bueno, no solamente con lo que hay extraño.

¿Cuántos hijos tienes tú?

Yo tengo tres hijos. Una niña de 11 años, un niño de 9 y otra niña de 5.

¿Y te piden que les lleves a Masterchef Junior?

Lo disfrutan mucho viéndolo por la tele. Pero sabes lo que les ocurre a mis hijos, que son muy tímidos. Creo que este programa que hemos hecho, cuando se emita dentro de 20 o 25 años y yo sea un carcamal, lo van a disfrutar más mis nietos que no mis hijos. Porque mis hijos son muy tímidos y están un poco cortados. En el colegio les dicen que si tu padre es el que se pone serio, el que se come la cabeza de gamba, y están un poco temerosos. Pero mis nietos lo verán con otros ojos y dirán que friki era mi abuelo. Y por eso creo que lo disfrutaran más ellos.

Dime un local que digas que nuestros lectores no se tengan que perder.

Ahora alterno poco, pero te voy a recomendar un local para tomar la mejor cerveza de Madrid, con el mejor aperitivo. Yo voy a comer allí mil veces, y no es un sitio de comidas, es un sitio excelente de cervezas. Se trata de El Doble en la calle José Abascal esquina con Ponzano. La mejor caña de cerveza tirada, de esta rica, de vaso de toda la vida, pequeño, que te tomas cinco o seis cervezas y te sientan a gloria. Te ponen unos aperitivos, siempre con mucha latería, con mucha conserva. Hacen un salpicón extraordinariamente bueno.

Y para acabar, la pregunta clásica de esta entrevista. Si yo ahora mismo te doy una barra de pan de un palmo y te digo hazme un bocata ¿De qué nos lo comemos?

Hoy, así y rápido, sabes lo que me apetece, una tortilla francesa con tomate. Me encanta la tortilla francesa metida dentro del pan con un poquito de tomate. Otra opción, uno que me hice ayer porque se me estaba poniendo malo un salmón ahumado en casa. Metí salmón ahumado y chorizo. Que rico estaba, la mezcla de las dos cosas. Un chorizo bueno, de Salamanca casero hecho por la jefa de la productora de Masterchef, ese es el mejor chorizo del mundo. Suave, rico, agradable. Y le metes una loncha de salmón ahumado, me cago en la mar salada que rico que está. 

 



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