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Castell de Peratallada



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Enric Hercé



El castillo de Peratallada, aparece citado documentalmente por primera vez en un documento fechado el 8 de abril del año 1065, pero su existencia es sin duda alguna mucho más antigua, ya que durante los trabajos de restauración fueron hallados restos de culturas muy anteriores, como la romana y vestigios de la edad del bronce. De hecho, todas las culturas sucesivas desde entonces han dejado su huella sobre las rocas del Castell de Peratallada. Está situado en el mismo centro de la villa medieval del mismo nombre, rodeado de sus callejuelas repletas de fachadas románicas y góticas entre otros encantos arquitectónicos. Es, sin duda alguna, un paraje evocador de ensueño. A finales del siglo XI, los señores del castillo cogen el nombre del pueblo, y este linaje de Peratallada, se entronca familiarmente con la casa de Cruïlles, y a partir de ese momento, la familia y su castillo se ven envueltos en numerosos avatares bélicos relacionados con la corona de Aragón. Ello lleva a la constante ampliación del castillo y a su posterior transformación en suntuoso palacio.



Cuando la aristocracia abandona el campo y se va a las grandes ciudades, el castillo de Peratallada sufre el mismo abandono que las demás fortalezas de la comarca y se va degradando poco a poco hasta convertirse en un residuo monumental que es utilizado por la gente del pueblo para usos ganaderos y agrícolas. Por suerte, algunas de sus piezas más valiosas son recuperadas y confiadas al Museo de Arte de Catalunya. En el año 64, el castillo, que había pasado por distintas manos, es adquirido por los Condes de Torroella de Montgri y Marqueses de Robert, que inmediatamente inician una completa restauración hasta convertirlo de nuevo en el suntuoso palacio que en sus buenos tiempos ya había sido. El resultado fue tan excelente que esta obra ha sido considerada como la mejor restauración privada de un castillo en toda España.



Grandes conciertos en sus jardines inician una etapa de esplendor cultural y turístico que Alfonso de Robert, actual Conde de Torroella y Marques de Robert, ha llevado hasta sus últimas consecuencias convirtiendo el antiguo Castillo feudal en uno de los símbolos de la alta restauración de Catalunya. De esta forma, y tras mil años de distintos tipos de usos, el castillo ha acabado cumpliendo unas funciones completamente opuestas para las que fue creado. En vez de usos bélicos y represores, sus murallas sirven para acoger unos increíbles jardines, unos comedores palaciegos, unas habitaciones suntuosas y unas regias estancias en las que diariamente se ofrece a sus visitantes la posibilidad de viajar en el tiempo a través del placer de los sentidos.



En el año 97, y después de que la explotación comercial del Castillo pase por distintas manos, Alfonso de Robert decide tomar las riendas del negocio. Con este objetivo se rodea de excelentes profesionales con los que pone en marcha una serie de importantes reformas y mejoras con el objetivo de convertir su castillo, en un auténtico referente de la hostelería de alto nivel.
Buscando optimizar todas las instalaciones y recursos del hotel, se han llevado a cabo distintas actuaciones. Se han restaurado dos nuevas habitaciones, se ha instalado calefacción en la mayor parte del los salones y comedores, se han rediseñado gran parte de los jardines, que son sin duda alguna uno de los mayores encantos del castillo, y se ha reestructurado la cocina, que ocupa la antigua capilla del castillo, dotándola además de nueva tecnología. Otras mejoras de menor calibre pero de gran importancia a la hora de valorar la calidad del servicio, son el cambio completo de vajillas, mantelerías y demás complementos de los comedores y habitaciones.



Todas estas actuaciones han finalizado este invierno pasado, y el resultado, es sin duda alguna, excelente. Buena muestra de ello es el gran éxito de publico que acude al Castillo a disfrutar de sus excelencias, ya sea para alojarse en una de sus suites, para disfrutar de la cocina empordanesa creativa del su chef Enric Herce, o incluso para casarse, ya que los grandes banquetes, son sin duda alguna, una tradición del Castell, por algo, hay mil años de experiencia.


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